LLUVIA DE VOCES EXTRAÑAS
Ahora
camino en las mismas aguas de la noche, junto al perro
doméstico
de mis pensamientos.
«Su traje
amargo y su facha, triste, sombría a veces» me duele
como una
afeitada mal hecha en el mentón.
De antaño
mi ciudadanía perdida alrededor de timbales,
alucinógenos
y voces que no carecen de utilidad para estadísticas.
(A tientas
la infinita claridad del tiempo).
Nada queda
en el paraguas después de tantas certezas; humilladas
se deshacen
las gotas de inmortalidad, el semen ronco
en la
inmensidad de la tinta, el juego invisible de las bodegas
donde los
peces alargan el aliento.
Desde lo
subterráneo las alucinaciones golpean las entrañas,
la gula por
ostentar el poder es descomunal, una sombra adentro
que nunca
se sacia.
Sobre la
profunda lengua de las aceras, extraños habitantes
del
zodíaco, sabios de bastón y vestidura, devueltos al día malogrado
de
sonambulismos.
Rascamos
desesperadamente el espectro de un crucifijo.
Arrecia la
memoria en el malecón de piedra del suspiro poniente.
La
ortografía rota de alguna mosca trasnochada, el pájaro
que acumula
desafíos en medio de la neblina.
(Me quedo
aquí, buscando el principio de la historia).
Del libro: «Final de
espantapájaros», 2013
©André Cruchaga
Imagen tomada de Pinterest
No hay comentarios:
Publicar un comentario