miércoles, 5 de junio de 2024

DESMESURA DEL APÁTRIDA

Imagan tomada de Pinterest

DESMESURA DEL APÁTRIDA

 

Siempre huye el ojo al compás del golpe de ataúdes. Siempre ciego

el confín negro de los témpanos,

la voz olvidada en el hueco de los grises.

«Mi tierra es hosca y tiene espinas que hilvanan con alambre

las desgracias; ella hace de uno estertores errantes.»

Sobre el polvo o el asfalto la ceniza heredada a los hijos.

 

(Nada era ya recuperable, lo sé ahora).

 

Todo fue desproporción y desmesura. Todo fue estallido de muerte.

A esta fecha no le encuentro misterio al suicidio, más allá del ijillo

que se adentra en los poros del vigía.

 

Mejor abrocho la camisa de los milagros, por si acaso.

Tuve que salir del patio de mis convulsiones, dura capa de granito

la curva del vértigo, la superficie desbocada de las trepidaciones.

 

Quizá un día

estemos frente a frente, sin postigos, abiertos a la semilla).

 

—En la plaza de la memoria, lo humano del viento

con su acostumbrada almohada, hace lo suyo.

 

Toda brasa al final es inhóspita antítesis, así reza en el catecismo

de la ceniza, símbolo sombrío de la puerta…


Del libro: «Final de espantapájaros», 2013

©André Cruchaga


 

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