domingo, 16 de marzo de 2014

DESESPERACIÓN

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DESESPERACIÓN
                                                                           



un rostro ilumina y calienta las cosas duras
que formaban parte de la muerte…
Pierre Revérdy
                                    



Tal vez un día ya no sean mis huesos en esta escarcha del follaje ni la sangre flote en el letargo de la memoria: no sé en qué consistió todo el desbalance del fuego mortecino en la carreta del sigilo ignoro si fue galope el polvo del relámpago sólo he podido vivir de la expiación de los meses en fermento de mi muerte y otras muertes sin indulgencia alguna la herrumbre se ha vuelto indolente e indomable mis ojos reproducen la arcilla y todos los desafectos de la noche en el zigzag empedernido del viento  ¿vendrá Heráclito a remover la polilla de los armarios? ¿vendrán otros celajes no el mismo atril con incienso no la levitación a ultranza de la boca me llevas me traes de una sombra a otra del agua clara a la hosquedad del pantano de la comba del ombligo a la circularidad desnuda del ojo  (es duro penetrar los jardines en medio de tantas sombras la desesperación es mayor cuando la lejanía se torna implacable y el ala no alcanza para ampliar la puerta del horizonte la perpetuidad de las ventanas lo sé ahora cuando las estatuas nos envuelven y cabalgan las heces en el fragor de mi muerte) todo ha terminado como terminan las mortajas en la tierra todo es verdad en el cuerpo lacio de la saliva en la soledad que produce el despojo cada vez la astilla se hace evidente en la carne los gestos los zapatos la ropa todo estorba a fin de cuentas cuando ya  el lenguaje quebró el abecedario de los bufones cuando han desaparecido las herrerías para herrar los cascos del ataúd furioso que somos cada cordal duele como una espina hay penumbra en las encías y en el paladar duro del pálpito en las ingles otrora pródigas vos jamás entenderás la rama mordida del despojo mis días de furias y cansancio jamás de nuevo los sueños reunidos porque todo es efímero: esto me lo dijeron los abuelos a manera de enseñanza hoy me alucina la campana muda de los muros las cucharas con moscas el estrépito de los moscardones las esquinas sinuosas de las cucarachas el evangelio de los postreros días la sopa de mondongo sin comensales al final sólo son viables los recuerdos como el tráfico pesado entre baches ¿habrá olvido para la sed de antes? ¿nos reinventaremos acaso en una servilleta de McDonald? ¿saldrán de la ruina oscura los sueños los insectos los comensales aquel fuego de brazos? me temo que nada tiene sentido: ni por alusión la yesca o el yute el refrán el taburete en medio de la hojarasca los portales inmóviles del vomito las doce estaciones de la orfandad cada vez la bestia de la lejanía es evidente es evidente la niebla en el calendario es evidente la bruma en la aureola de tus pezones el poema después de todo que ya perdió su infancia ahora es el hijo pródigo de la parábola el menos buscado de la sed y el hambre lo más parecido a la condena y al hollín al calabozo húmedo de los gestos fríos del olvido pero hay que seguir ignoro si debemos cambiar los sueños y atenernos al soplo divino del tiempo no sé si las paredes oyen el infierno de la ley las apuestas de la garganta en los anillos del ojal ignoro si regresamos a quedarnos o sólo seremos huéspedes siempre huéspedes de la palabra seca estéril todo lo confiamos a las aguas creyendo que eran insobornables: hoy sabemos que no era cierto y que los círculos tienen su propio desierto como las sombras alfileres como el fango su propia sal insomne en el próximo nacimiento evitaremos los tatuajes y el espejismo en las cobijas —(nunca dije que la soledad careciera de sacrificios: dejemos caminar la iconografía fálica del espíritu yuxtapuesto de nuestros cadáveres)…
Barataria, 2014

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