miércoles, 27 de octubre de 2010

CÁLCULOS Y ERRORES

Ahora debo olvidar la almohada y el galope. Vencer el hambre. Tirar
Unas monedas en el asfalto, ceñirme al galope con la paciencia
De un bisturí, desechar los ladridos inoportunos, renunciar a la órbita
De los espectros, quedarme en el rincón del monólogo,
Para evitar el rapto rapaz de la hojarasca.
Imagen tomada de la red




CÁLCULOS Y ERRORES




De todas las palabras han de pedirnos cuentas.
Pronunciadas o no, y aun impensables,
han de comparecer contra nosotros,
testigos del olvido.
DOMINGO F. FAÍLDE




Ahora debo olvidar la almohada y el galope. Vencer el hambre. Tirar
Unas monedas en el asfalto, ceñirme al galope con la paciencia
De un bisturí, desechar los ladridos inoportunos, renunciar a la órbita
De los espectros, quedarme en el rincón del monólogo,
Para evitar el rapto rapaz de la hojarasca.
—Y si, debo dar cuentas de la abeja nocturna en el establo; del miedo
A las rodillas dobladas, del umbral que rebasa los murmullos.
Al canto de los gallos, está próxima la claridad: con su herramienta
Quitan los harapos de la noche, desclavan la mudez de la sábana.
No sé si aquí hay cálculos y errores, pero la órbita espectral
De los fermentos, rompe las aldabas de puertas y ventanas. Así de simple.
(Un día, Vos y Yo, habremos de poner nuestra memoria en la balanza:
Dar cuenta de los sueños; volver a las verdades idas,
Quitarle al techo la oscuridad de ayer.)
Ahora, entre la agonía, es tiempo de rescatar las verdades dejadas
Al olvido. Y aceptar que el polvo o el frío pueden podrir la madera.
Uno, de pronto desea salir, de cada uno de los laberintos
Que el asedio ha ido tejiendo en su acontecer rutinario. Es un dar cuentas
De cada risa o boca en el espejo de la lágrima que nos hizo diferentes
En la multiplicación de las contradicciones.
A partir de cada palabra se juega a las complicidades: podríamos
Respirar inexplicablemente ciertas ventanas, sorpresivos cuchillos,
Sombras que juegan al destino.
Después de reconocer nuestros errores, lo que queda en realidad, es
La inmolación arrojada a la hoguera de nuestra propia existencia.
Al instante de otra angustia imprevista,
A la tentación de otras manos de sicario, imagen rotativa de la sombra
Y el polvo. Cada palabra dicha es un vértigo.
Cada pez helado es una pasión.
Cada exorcismo un tragaluz de hollín; y por ello, habremos de abrazar
El dolor, y cada barro de nuestros propios huesos.
Tarde o temprano encendemos nuevos vértigos. Exasperamos la salmuera
En el lecho, ardiente almohada de los felices;
Aunque la nuestra esté siempre limitada al desgaste del forcejeo.
No logramos caminar sobre la intemperie, sin que la zarza del día,
Muerda el camino. Sin que lo oscuro nos lance rachas de confeti,
Ciegos neumáticos, y ráfagas de espacios desconocidos.
Debajo de la ceniza y los remordimientos, hay puertas quemadas
E imágenes de un presente imperfecto que solapado,
Se vuelve incontable en la conciencia…

Barataria, 26.X.2010

3 comentarios:

Marina Centeno dijo...

Querido Poeta:

Luego de este estiramiento de tristeza en la que estuve algunos días (cosas mías), me tomo el atrevimiento de dejar este humilde comentario:

Las sombras, siempre son sombras para mí, me envuelvo a cada opacidad y siento el páramo que me arropa. No sé si los errores traen consigo un pergamino de faltas, pero tengo una lista, larga lista, que debate sus honores de prioridad. Estoy tan débil, que la noche sacude con destreza desde mis ojos, mis labios, mi cabello... y todo el fardo de pensamientos que no se ha donde dirigir, porque la poesía se alejado de mí... lo tuyo es bálsamo, agua, azúcar.... gracias Poeta.

André Cruchaga dijo...

Primero muchas gracias, Marina, por tus generosos y sentidos comentarios. Luego veamos: Unos, más que otros, somos seres agónicos, a menudo nos debatimos en estas aguas oscuras, jugamos a la complicidad de las camisas, de la comida del frío; y, entonces, se nos abre la herida: las duras sombras de la armósfera o el impermeable sonido horadando las paredes. En todo caso, como dice el poema: exorcisamos tragaluces de hollín o encendemos vértigos hasta madurar en la salmuera. No dejes que se aleje, hálala con todo tu corazón.

Un profundo abrazo,

André Cruchaga

Marina Centeno dijo...

Siento que la habitación se hace ancha, que todo engrandece y soy pequeña... quiero encapsularme. Olvidarme de mí. Leerte es para´mí un aliciente...un motivo... estaré por acá, en tu poesía, si lo permites.


Feliz día, Poeta.