jueves, 7 de octubre de 2010

“ABISMO DEL NO SER AL SER ABISMO”

Mudo, la alegría que me alcanza y deja. Conmigo, golpes de agonía.
Siglos de calendario habitan el grito. Cuerpos silenciosos en las ansias.
Siempre este matarme atado a mi propio olvido.
Siempre entre cielo y tierra el tren, el mar, los litorales.
Siempre una piedra y otra piedra y otra piedra, sombra en mi alma.
Ahora respiro: aún soy nada sobre el muro de la intemperie.
Imágenes en Blanco y negro





“ABISMO DEL NO SER AL SER ABISMO”




A mitad de camino entre la mar y el suelo
que hace fértil un gesto de vida proseguida,
sobre la arena oscura expuesta al sol, propongo
yo … mi balance…
MARÍA VICTORIA ATENCIA




Mudo, la alegría que me alcanza y deja. Conmigo, golpes de agonía.
Siglos de calendario habitan el grito. Cuerpos silenciosos en las ansias.
Siempre este matarme atado a mi propio olvido.
Siempre entre cielo y tierra el tren, el mar, los litorales.
Siempre una piedra y otra piedra y otra piedra, sombra en mi alma.
Ahora respiro: aún soy nada sobre el muro de la intemperie.
Sólo me sostiene el golpe de los zapatos de la noche, y la ciudad ciega
Quemándose entre mis dedos, vivido foco en el trapo de la ceniza.
Todo el azogue del tiempo desciende a mis costillas. El olvido y la lengua
A oscuras, el camino de las alucinaciones.
La sal toca el rostro del pájaro en la ventana. Boca enlutada, la boca
Mía de siempre, el reloj carcomido en la memoria, el libro desértico
De los peces, esa caricia oscura en el sobresalto.
En todos estos años vividos he gastado equivocadamente mi memoria.
Salí del viento y entré a la tormenta. Cerré los ojos para extender
Las manos. Caminé para no irrumpir en la sed.
(En la travesía tus piernas fermentadas de río, el paracaídas
En la ramazón de las vísceras, Pegaso sorbiendo en el espejo.
“Esto de no ser más que tiempo espanta.” Siempre he tenido miedo
Al miedo y al naufragio; y al asedio inerme de la sospecha.
Pero “tus manos estremecidas”, han sido para mí el fuego de cada día.)

Lo sé ahora, a propósito de este balance.
Recuerdo haber dibujado en la ventana todas mis salidas: —unas guardan
Todavía, al pie, días mejores; otras se fueron diluyendo en la fuente
De agua de mis ojos. Y otras sólo se volvieron espejismos sobrecogedores.
He dado a la luz lo que le pertenece; a la noche, mi almohada,
Tijeras, insectos, la historia de todos los días que, a decir, verdad
A nadie puede interesar.
Siempre he andado en ese círculo interminable de la respiración:
Nunca desayuné otra cosa que no fueran recuerdos fallidos.
Me propuse edificarte, alma, en lugares absurdos; aún con el ojo avezado,
Jamás pude encontrar la verdad absoluta; y si, descubrí los vacíos,
Los gérmenes malolientes del aliento, el misterio que encierra cada
Palabra, el mundo no revelado de la conciencia.
Entre el cielo y la tierra, la historia como una lámpara abre los párpados.
Entre ambos mundos, mi mundo de dudas y soledades.
Entre ambos mundos, el columpio del movimiento.
Entre las extrañezas que llegaron a mis manos, (—vos que te volviste
Fantasma de mis sueños, labio voraz sobre mi silencio,
Vocación de liturgia, puerta bebiéndose mis deseos.)
Aquí mi “abismo del no ser” entre horizontes de campanas sordas.

Barataria, 06.X.2010

2 comentarios:

Marina Centeno dijo...

Y aqui estoy , sigo aqui, siempre he estado -André. Mirándote desde el rincón de mi silencio. Atestiguando cada suspiro, cada paso, cada línea,... pero callo -si es que callo- para escuchar de vez en cuando a la oscuridad cuando nos trae consigo el letargo infinito del espacio.

(—vos que te volviste
Fantasma de mis sueños, labio voraz sobre mi silencio,
Vocación de liturgia, puerta bebiéndose mis deseos.)

Hay una copa repleta -nuestra copa-
que espera nuestros labios.

Salud.
Marina Centeno.

André Cruchaga dijo...

La vida es un misterio de lámparas en la conciencia; hay fantasmas en todo este discurrir: fanastmas benévolos que acompañan el tránsito bebiéndose la vida, los deseos, el tiempo.

Gracias, por dejar aquí, tu huella indeleble.

André Cruchaga