miércoles, 8 de septiembre de 2010

AHÍ LA LUZ EN SU BRAMIDO DE MAR

Ahí la luz, en su bramido de mar, donde uno asume la mañana.
—Allí donde la eternidad acecha con la sed —sed de permanente
Memoria, sed donde alguien construye la armonía y hace
De los contrarios luminoso sueño con fondo de ventanas.
Ahí el silencio total niega su cadena de palpables grises;
—Allí, sol y viento crujen suavemente cerrados al estertor del tacto.
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AHÍ LA LUZ EN SU BRAMIDO DE MAR







Ahí la luz, en su bramido de mar, donde uno asume la mañana.
—Allí donde la eternidad acecha con la sed —sed de permanente
Memoria, sed donde alguien construye la armonía y hace
De los contrarios luminoso sueño con fondo de ventanas.
Ahí el silencio total niega su cadena de palpables grises;
—Allí, sol y viento crujen suavemente cerrados al estertor del tacto.
Ahí donde el desorden socava la conciencia y las preguntas
Pierden sus respuestas, el lenguaje apenas es semilla de mostaza…
—Allí donde el sigilo reina en gajos de tapicerías y la memoria
Cuenta el ajetreo, la sombra se dá en íntimo atino.

Y no puede ser de otra manera esta contemplación del sentimiento:
Uno siempre aspira o rememora la alborada de un jardín fecundo.
Uno siempre alza la mano invocando el cierzo audible de un mundo
Con menos ceremonias recurrentes —con menos abandono
Que estos callejones de gastadas baldosas…

Ahí podemos vaciar la ilusión sin ser ilusos, sino cómplices del candor
Fosfórico que da la reinvención sin telarañas o también un remanso
De hermenéuticos ríos, donde las aguas desembocan en peces
De arco iris, y el tiempo en una hipótesis de escalofríos…
—Allí, —ante la mordida feroz de la lágrima— y ese espejismo del humo
Encima, se pueden hacer evidentes los brazos y el aire,
No de incógnito, en el respiro; y el sudor no de asustado cuerpo,
Sino de laboriosa fe en el húmedo fuego del horizonte.
Aquí muerden los espectros tras la puerta. Anónimos ojos en el ciprés
Del aire, conspiraciones del ansia sin identidad,
Gajos de ternura a punto de quebrarse en el poyetón del día.
Ahí, la conciencia revela un calendario sin fronteras, —un, digamos,
Espejo sin perplejidades y una fragancia como el césped,
Hacia el asombro de maternales alegorías…

Aquí el gemido se hace evidente como una ventana sin aceite.

La ficción es más real que la perplejidad de los jardines; La fragilidad
Es otra realidad tan cierta como el destino que nos prodiga el desvelo
En su extraña y urgida herida. La realidad es otra ficción en la memoria
—ese aleatorio juego de no caer en la intemperie
U olvidar que en la noche no se ven áureos sus habitantes,
Sino los fantasmas que vuelven inefable todo lo real.

Aquí la libertad tiene olvidos y fronteras y probadas noches,
Donde los gatos bostezan sobre las estrofas del tejado.

Aquí andamos con toda la oscuridad de los invernaderos
Y el desvarío que rodea a los tragaluces cubriendo de arena
La esperanza. Aquí hombre y mujer en el deshielo de las sienes,
Tan cerca de la tarde dilatada de la noche…
Barataria, 07.III.2009


De: Rastro de los sueños, 2009

6 comentarios:

Marina Centeno dijo...

Hay luces que nos ciegan -André- y otras que son tímidos resplandores, fugaces halos... yo me quedo con ambas. Porque tengo una opacidad en el alma y no precisamente por falta de luz, sino de esperanzas... como las noches de invierno que son largas -André- con su interminable "tic tac" que a cuenta gota parece que se burla de las horas.

Saludos, Poeta.

Buena tarde desde México.

André Cruchaga dijo...

Yo, en cambio, tengo sólo una: esta tristeza profunda que, a ratos me ahoga sin itinerario. Pero busco y espero, oyendo como bien decís, el tic-tac del cuentagotas.

Un abarzo, poeta amiga.

André Cruchaga

Marina Centeno dijo...

Ah, qué tus tristezas sean esos rayos que dejas en la página -André- pareciera que tienes una inmensa dicha plantado en el pecho, como un árbol de raíces amplias... !pero qué cosa digo! la dicha a veces es tan cruel como certera, como la bala que se pierde y llega sin aviso...y nos mata -André- sin darnos cuenta....

Marina.

André Cruchaga dijo...

Apropósito, recién he concluido el poema del que te transcribo unas líneas.
En este insistir, la metafísica de los zapatos se pierde. Oscurecen
Las ventanas. Desvelado amor el rincón de las banderas.
El corazón hecho con picadillos de papel, con mordiscos de hígados
Hasta romper la garganta.
—A menudo caemos en la misma cama sucia, donde el incienso
Y los cadáveres pernoctan. Así de simple.

Marina Centeno dijo...

Así de simple....¡claro, con esa sencillez con que te lustran las palabras -André- ! pareciera suspiros que te acotan desde el amanecer hasta las migajas de sol... y ese insistir tuyo que me contagia...¡qué ya quiero leer entero el poema! (sonrío)

Marina.

André Cruchaga dijo...

TE LO HE MANDADO, MARINA, COMPLETO A TU CORREO. ABRAZOS,

ANDRÉ CRUCHAGA