domingo, 13 de junio de 2010

APOSTILLA DEL AZAR

Alguien aclaró el absurdo de los insectos en la piel, la mancha
De hormigas en el sudor, las palabras al pie de los ojos,
A manera de aclarar la oscuridad de la hojarasca.
Es necesario decir que el azar castra toda fantasía posible.
No es granero de la respiración, ni el ojo escarlata del abismo.
Autor de la pintura: Flavio de Carvalho








APOSTILLA DEL AZAR







La luz
ha limpiado las hojas y mi recuerdo
con la blancura del alba muerta.
ABD AL WAHHAB AL BAYATI







Alguien aclaró el absurdo de los insectos en la piel, la mancha
De hormigas en el sudor, las palabras al pie de los ojos,
A manera de aclarar la oscuridad de la hojarasca.
Es necesario decir que el azar castra toda fantasía posible.
No es granero de la respiración, ni el ojo escarlata del abismo.
Puede acercarnos a sinuosas clarividencias,
Puede ser un submarino regando cuentos de hadas en este tiempo
De apetitoso moho.
De pronto el arco iris se vuelve irritable en las pupilas.
Lo esperamos todo al borde del bostezo.
Buscamos en el almanaque seco de la madera, —esos pozos de buena
Suerte para quitarnos la breña o los chiriviscos donde el ocelote
Desnuda el horizonte.
Ardemos en la intimidad con presencia de velas.
Libamos la mermelada de los muelles.
Calcamos las sombras amarillas que deambulan en las calles.
Mordemos al vecino que toma el sol desde su propia azotea.
Usamos lentes oscuros para divisar cualquier estampida de las moscas.
Guardamos en el viejo saco de henequén las sortijas de la infancia
Y salimos a profetizar el despojo de la historia,
Sin más pudor que las escamas de la codicia, la superficie de la semejanza
La igualdad laminada del jabón,
El esplendor sin franquicia de la orina,
La savia como una antorcha en el comal de barro.
Hacemos una muralla de nuestra propia paja en el ojo y convertimos
En burdel el legítimo sueño ajeno, los peces de algodón del índigo,
Las mariposas del cielo en la intemperie del patio.
Desnudamos la pus para el brebaje ajeno, —mientras la vigilia abre
El paraguas del ansia hasta la crin del desasosiego.
Masticamos el barbasco del azar sin pensar en los afeites.
—Quizá nunca sabremos donde poner el ojo, sin que crezca la ceniza.
Sin pensar que una ventana puede convertirse en una cárcel,
Y una burbuja un responso del suspiro.
Imaginamos en los pies el universo de los nidos y dejamos que en un día
Se agote el mar,
Las bodegas de la ternura,
Los puertos que nos sirven para tocar la hoguera,
La desnudez que nos baña la pavimentación de la memoria,
El viaje en fin, cierto, que nos lleve a tierra firme…
Barataria, 06.VI.2010

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