domingo, 11 de abril de 2010

VENTANA ÍNTIMA DE ESPEJOS

Ilustración tomada de la red







VENTANA ÍNTIMA DE ESPEJOS








Estoy todavía a medio camino,
tal vez alguien esté más allá
JULIO TORRES-RECINOS







El pecho no conoce otras ventanas, sino este sinfín de la luz
En los espejos. Ese lenguaje desfondado de la ceniza.
Esa otredad que acompaña mis sueños y los tuyos: —el trino dulce
Trepando a las ramas del corazón, tocando la imagen de lo íntimo.
[Los pájaros tocan la armónica del cierzo.
Asciende el ojo hasta perderse en el armario de las hojas. El bosque
Con sus meses sonámbulos, la pupila reciennacida del cielo,
La rama de cilantro evaporada en la mesa.
En cada pupila guardo gotas de tu cuerpo, —desvelo la cortina
De los espejos, cojo con mis manos la piedra del desvelo.
Dentro de la taza del horizonte, cabe el papel manila de tus piernas.
Caben las enredaderas de la sangre. La madrugada desnuda del espejo.]

Pero también los espejos tienen riesgos intrínsecos:
Esa fatiga de añadir falsas imágenes al entusiasmo. Aprehender
De pronto, las alianzas de la utilidad, actuar dentro del cubo
De las musarañas, absorber sin tónicos los pedacitos del día.
De pronto avanzamos hacia emociones heredadas: el buitre de la lágrima
Sobre el lomo del escarabajo, la unidad monótona de la coagulación,
Los fantasmas irreparables de la zarza,
El arado amorfo del búho,
Ese traslucir el semen en los élitros de cada palabra.
De pronto, el ojo palmípedo de los tragaluces. La mujer sostenida
En mis cicatrices, la nonagésima sombrilla en las plumas de los vilanos.
Existo en la Tabla de los huesos. En el intelecto del pudor,
En la hojarasca demasiado densa de los papaturros,[1] en el sudor
Cuadrado de las guillotinas, —en el sueño que escapa sin reposo
De la ceniza. El pecho, a menudo, es su propio patíbulo.: halla
El extravío en la lengua de los sostenes. Sucumbe en el vestíbulo
Del sexo. Atraviesa la caverna del abrojo, cruza sin sandalias el zócalo
Del cardo, los pedestales de la lágrima,
Y el gusto postrero de los vidrios. Aquí confirmamos la antípoda
De la lógica, el necesario cielo de lo subterráneo, los dobles cabellos
De la imagen, la boca soberana de los días inexplicables.
De pronto la ventana es una noción de horizontes inconclusos,
Caballos de sal mastican las tempestades. Ataúdes provocan
Sacerdocios, imposibles arrastran logaritmos de confusas crines.
De pronto, vivir es más o menos que esto. Se vive o se muere, por defecto,
Al galope. Resignados a la espera agonizante, junto a la viuda negra
Del dolor, a la diáspora de los nidos en su oficio teatral.
De pronto, vivir, se nos ha hecho un dolor de cabeza:
Descendemos sin analgésicos al descuaje de las embarcaciones,
Al Torito pinto [2] del aliento entre las brasas…
Barataria, 04.IV.2010




[1]En El Salvador, fruto comestible del árbol llamado tigüilote, cuya pulpa blanquecina, es dulce y ligosa.
[2]Título de una danza folclórica de El Salvador

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