sábado, 24 de enero de 2009

Piedras_André Cruchaga

André Cruchaga, El Salvador






__________Piedras__________





Almas del sereno, la vigilia y la intemperie.
Semillas del cuerpo fueron haciéndose
Cada vez que el sueño se hacía extraño
Habitante. Piedras entre el grito del fuego.
Nunca entendí su dolor inmutable; ni su lengua
Al ras de la tierra, cuando alargaron la voz,
Ni la turbulencia del acecho frente a las aguas,
Los zapatos o la orina. Nunca vi en ellas
La sonrisa, sólo su aliento frenético al mediodía.
Ahí siempre alargando su mano de dura
Belleza como muchos instantes que han cambiado
La vida. A menudo encuentro gotas de sueño
En ellas. —gotas de sangre y gritos.
Quizá un día alguien las vea en la noche.
Son a menudo esos espejos quebrados del viento
Que nadie quiere tocar, ni guardar
En el cautiverio de los libros. A menudo están
Bajo los matorrales o entre los ojos cotidianos
Del sol: golpea esa solitaria forma de muro;
En las manos del criminal carecen de respiración.
Pronto se vuelven como la mujer
Que ya no lo ama a uno: —pronto su agónico
Rostro se vuelve antigua cerradura.
Ellas suenan en ciertas caricias o tornan
En fatiga la travesía de los muelles o las estaciones.
Tantos años de vida y siempre están solas.
Todas me esperan al fondo del nicho.
Todas están ahí en su larga monotonía.
Ninguna descifra la impaciencia de mis ilusiones:
—fueron así la divisa en mi rostro atribulado.
Son juntas las paredes de mis torpezas.
¿Quién las puso como palabras en mi rostro?
Llenas están de mi escalofrío. Llenas de tiempo.
La espera bebe en su vaso oscuro.
Y sin embargo el soplo del viento las desgasta.
La noche junto a ellas me acaricia, esa noche
De tu cuerpo ausente, esa noche sin manos,
Sin pies, sin aves que laman los espectros.
El crepúsculo sembró en las tinajas los relojes,
Por eso bostezan indolentes las horas…
Siguen fijas en mis ojos, siguen inmensas
En las ramas de mis sueños, siguen inclementes
Sin puertas ni ventanas y sin embargo
Del tamaño del mundo. No sé si alguna noche
Las veré mañana, si atónito puedo ver tu sonrisa
Y tocar tus manos y abrazar tus brazos
Y mirarme en el tren de tus pupilas
Como se miran los ojos en la aspiración del alba.
No sé si al fin sacudirán la tristeza global
Y el mundo pueda deshacer su desventurada
Fortaleza. Sólo así, tú y yo, podremos dormir
Sin pensar el los fuegos del oprobio…
Barataria, 24.I.2009

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