sábado, 10 de mayo de 2025

SABIDURÍA DE LOS MUERTOS

 

Imagen Jock Macdonald


SABIDURÍA DE LOS MUERTOS

 

Hubo una época en que la sombra, posesa, menesterosa, profunda,

ardió en excesos. Nunca lo olvidan los charcos en el corazón.

Ahora esa sombra subterránea desafía cualquier pensamiento.

La ignominia, se hizo añicos en su moldura.

Soy libre, aunque nade siempre contracorriente. Esta libertad se abre,

«se abre más allá del espíritu, la ancha belleza subconsciente, trágica,

fúnebre, guía mis pasos en la oscura claridad» de mi tiempo.

En nuestra aldea todavía uno se arrodilla, sordos y en silencio, sordos

ante el poder que, ha aprendido a parir dogmas monumentales,

axiomas, sombras que lloran y nacen, muertos civiles con su oratoria,

muertos por los siglos caminando,

muertos recién nacidos de la muerte, impávidos como la anatomía

de la tierra, nuestra tierra, la tierra de todos que continuará

ensangrentada, ensangrentados desde la prehistoria de los mares.

La oscuridad siempre los eructa y no hemos inventado a estos hijos

de la tierra, por necesidad están aquí como migas de lluvia

en el sendero, y así seguirán, desnudos, levantando un pañuelo

blanco, una mano premonitoria que los respire,

una eternidad que haga sus costuras en la gramática del miedo.

En la sabiduría de un proverbio o un salmo, jamás un funeral

es suficiente cuando tiene carácter utilitario.

Es probable que los muertos sigan siendo nuestro terror manifiesto;

Está bien entonces, llamarse, Pedro, Juan, Mateo.

 

 

Del libro: «Insubordinación civil de las palabras», Barataria, 2014

©André Cruchaga

Imagen Jock Macdonald


domingo, 4 de mayo de 2025

LAVABO

 

Imagen Jock Macdonald


LAVABO

 

Después de todo los lavabos Aquiles y la Tortuga el camino la existencia o no de los relojes la claridad invisible que se convierte en ángel  es profunda la intimidad de no llegar nunca al ojo del sueño donde la noche pigmea el pelaje de la luna y el pecho salta como una rana en brama sobre las hojas y bejucos de la intemperie aúllo en presencia de los rastrojos aguzo el olfato mitológico de los espejos la manada de escopetas de la clarividencia cuando muero y no muero muero irascible loco sin jubilar las aceras gruño ante la contemporaneidad de los juramentos: lo único que me mantiene en pie es la dirección del cataclismo el nosotros como chatarra aparcada en el predio de las sombras ( «si alguno pasare por este puente de una parte a otra, ha de jurar primero adónde y a qué va; y si jurare verdad, déjenle pasar; y si dijere mentira, muera por ello ahorcado en la horca que allí se muestra, sin remisión alguna» [...] Sucedió, pues, que tomando juramento a un hombre, juró y dijo que para el juramento que hacía, que iba a morir en aquella horca que allí estaba, y no a otra cosa. Repararon los jueces en el juramento, y dijeron: si a este hombre le dejamos pasar libremente, mintió en su juramento, y, conforme a la ley, debe morir; y si le ahorcamos, él juró que iba a morir en aquella horca, y, habiendo jurado verdad, por la misma ley debe ser libre») a menudo es solo cuestión de esperar los días bisiestos para acortar el calendario contar menos colgar los años en las paredes beber al revés la tormenta el agua llovida el chorrito húmedo del grafito de la noche: todo es como parece ninguna montaña se petrifica en los ojos salvo la caducidad que la encontramos en cualquier parte ahí donde los sistemas políticos ahogan el follaje y acaban de romper los platos rotos ¿a quién beatificamos después de las estrellas? ¿a quién erigimos en estatua sin haber alcanzado a Rimbaud a San Francisco de Asís sin haber culminado el estatus de cerrajero? siempre lo irresoluble es una cosmovisión de la falta de cobija o el hambre de la piel nublada en una cocina de leña no hay por qué echarle la culpa al espejo de la mala escritura toda escritura es aviesa perversa malvada como una tortilla con queso pero dejada ahí días enteros hasta que se endura debo confesarlo: hay palabras que me dan mala indigestión una ventana es un taxi o un tren un árbol de pronto invita al supermercado ciego espléndidamente ciego entre tantos espectadores del Hades mudo del circo de las rifas y las rebajas del amor de la infancia que juega con telarañas muy cerquita convaleciente de los hospitales delante de mis zapatos la planicie de las ruinas el confín de la ciudad con levita William Blake en la locomoción de las hormigas y otro que sin nombrarlo existe en muchas escrituras ajenas para entender los altares debo encenderle candelitas de todos los colores posibles a San Antonio de niño yo era el niño de Atocha después solo me convertí en figura animada de ciertas ebriedades ahora ya para qué no necesito vírgenes por cuestiones de practicidad y economía prefiero el zumbido de la sábana degollada de la intemperie aunque cada día deba quitar las larvas que suben a las sienes sucede que el desvelo tiene su propia epistemología vos mi materia ascendiendo  las ingles vos enroscada en el árbol de mis gemidos.

 

 

Del libro: «Sintaxis de la fuga», Barataria, 2014

©André Cruchaga

Imagen Jock Macdonald

 


jueves, 1 de mayo de 2025

TORTURA FRENTE A LA RESISTENCIA

 

Pintura de  Jock Macdonald


TORTURA FRENTE A LA RESISTENCIA

 

Siempre suelo jugar al olvido del cielo como para salir del agujero.

Detrás, los abanicos de sal hacen lo suyo: sobre el sendero,

el polvo muerde mis zapatos, y la zarza festeja sus años caducos.

(Siendo que la luz es pródiga, escapo de los excrementos

de la sombra), y me adentro en lo hospitalario de las estaciones,

la luz que asaltan mis ojos, los ojos inevitables frente a las vocales,

las vocales en la ruleta rusa de la desesperación, Homero más allá

de la pedagogía del dolor de los cenáculos con gases lacrimógenos.

Huyo del grito que pisotea mis sienes y del simple hilván

de los ojales en la arqueología del apocalipsis; de pronto, el sendero

poseso de fuego, referencia del caos y de la tormenta que escinde

mi oído, la miseria domesticada del perro, apedreado, además,

por la desfachatez: la pudrición hace lo mismo con la espiritualidad.

Sé que caminar es ir gastando el aliento en la sombra que humea

en el espejo, resistir a la sombra para ganarle su reputación.

No hay nada nuevo en la simetría absoluta de la cruz cristiana

ni en la gimnasia del calvario de la espiritualidad.

A lo largo de todo este tiempo la tilde del martilleo, la policía, el País

y su cadalso de pupitres, raíz intrínseca de la taberna de estos días.

Resistimos a los cuchillos fálicos del espíritu, al archivo oscuro

de los enterrados, a las monedas suicidades que carecen de civismo.

Resistimos a ser señuelos frente al saqueo, frente a la turbiedad,

la ignorancia se vuelve sacrosanta e intocable.

 

 

 

Del libro: «Insubordinación civil de las palabras», Barataria, 2014

©André Cruchaga

Imagen Jock Macdonald