jueves, 27 de marzo de 2025

HUELLA DE LOS DÍAS ANÓNIMOS

 

Imagen pintura de Roberto Matta, Chile.


HUELLA DE LOS DÍAS ANÓNIMOS

 

Esto de andar, multiplica las sombras, crece simplemente la avidez,

los submundos de muchos días anónimos, hambre y frío virulentos

—hambre y frío de una tinta imantada de espesura, larvas de trapos

y repulsivas cabildeando en el vientre hecho destrozo.

Es como si el infinito alumbrara las profundidades, el granito a veces

arrastrado por los ojos, huellas delatoras que se cruzan

por la memoria, a veces como una rendija de orfanatos o burdeles.

(También lo efímero impregna de horizonte los íntimos predominios

del tráfico), los zapatos que apagan los cirios, la sangre en la ventana

de la escritura con la sospecha de algunas reverberaciones.

Cada semana fue la tormenta devaluada, la gota estriada de la carne;

cada fruto hizo rieles de soledades,

(siempre el país me ha resultado un dilema, el peñasco de la otredad

en los labios, la hechicería que dejan los pies descalzos; inhóspito

y horrible con su múltiple vasallaje).

El país cada día nos anticipa su resquebrajamiento, la ignominia,

los sicarios, todo coexiste en la pedagogía del zarpazo.

A lo largo del camino van quedando sedimentos, iconografías

de tantos días abatidos, de tantos días de brutalidad: el ojo en llamas

y la puerta difusa de las distancias.

 

 

Del libro: «Sintaxis de la fuga», Barataria, 2014

©André Cruchaga

Imagen pintura de Roberto Matta, Chile.


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