miércoles, 2 de octubre de 2024

DIARIO DEL ENTRESUEÑO

 

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DIARIO DEL ENTRESUEÑO

 

Los delirios del búho devoran las aguas de los astros, arrasan con la carne desnuda de la noche, escriben páginas destinadas al bosque. Hablan los espectros en el fluir de sus atormentados sexos; incomodan las lámparas al pie de la nostalgia: cada bruma se vuelve flama ensangrentada, pedazos de memoria toman las formas de los epitafios. Después de contar mis pocas pertenencias que no llegan a ser más que tiliches, quemo los insectos en derredor de mis vestimentas; es extraño caminar largas distancias y encontrarme con las mismas fotografías, las libélulas en columnas, las arañas hundidas en su propio placer de tejedoras, el Bicentenario que parece un retablo de suplicios. Hacia la ventana de los pensamientos, Lautréamont dentro de un pájaro de ceniza, degollado y turbulento en un abismo de conjeturas; luego es preciso embriagarse para soportar la atalaya de los pasos gigantes del descaro y la destrucción. He pensado muchas veces en la Rue Edgard-Poe: sólo me quedaré con los deseos infortunados de caminar en los alrededores de Montparnasse, como en otro tiempo lo hicieron algunos compatriotas. Por ahora, me toca desafiar las fotografías, ver lo desconocido desde el abismo y reírme de las consecuencias de mis propias maldiciones, reírme de un réquiem de bisagras, reírme de las profecías carbonizadas de los agujeros, reírme junto a los cachivaches de un espantapájaros.

 

Del libro: «El búho de Lautréamont», Barataria, 2008-2011

©André Cruchaga

Imagen tomada de Pinterest


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