sábado, 5 de agosto de 2017

ANDENES DEL SUBMUNDO

Pintura de Zdzisław Beksiński, cogida de Pinterest






ANDENES DEL SUBMUNDO





En el trance carnívoro del candil el pájaro de kerosene como ese líquido espectro de las semanas fenecidas: en el oficio del sollozo acuden los pies y el paraíso de poros para recordar la ventana y el pedernal la tierra de las palabras o el tatuaje expuesto a la sed del delirio  a veces pienso en todas las catástrofes de los ijares y en esa luna de calles atravesando el tórax y en el país de hojas marchitas y en las supersticiones del harapo y en los baños públicos granulados en la violencia de los andenes en el submundo del azogue nos ciegan las mordazas sutiles de los anaqueles y el mordisco oscuro de las sílabas y el ardimiento de máscaras entre los dientes  siempre hablo del vuelo aun en medio de bocas sinuosas y residuales tengo en mi haber costras sangrientas de pájaros y cielos que nada tienen que ver con los espejos y espasmos de sal perdidos en el traspatio de las sombras en la pugna de mis anteojos la pupila gris de los meteoros y su estremecido gemido de sexo ambulante: me llueven las baldosas con exceso de colillas esas certidumbres del improperio a la hora de enumerar la febrilidad de los espejos flotantes y telúricos del fuego en algo nos muerde siempre la soledad fría de los cuchillos las precipitaciones de la boca a cambio de nada en algún lugar la ferocidad nos obliga a lamer el ruido cosificado de la penumbra  en la herrumbre del cuerpo  —me dices— la tibia luciérnaga del pedernal a punto de fenecer todo los imaginarios tienen rostro diferente a veces obsceno el granito de los adioses el ciervo que gotea buscando su libertad o los espejos en su contradicción de alba en la saliva aplastada de los trenes un dejo de arrebato de esqueletos roídos por la intemperie hoy sé que la bestia del crimen  (la boca plural del veneno) sólo nos deja el esqueleto del silbido la fotografía nauseabunda del martirio la mala hora digamos del faro desvencijado de los ojos y la cobija en cierto modo el hambre nos obliga a recordar o quedarnos o seguir las señales endurecidas del humillo del azar
Barataria, 2017

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