jueves, 22 de septiembre de 2011

TRANSEÚNTES, RELATIVIDAD DE LAS ACERAS


Venimos de andar largas colillas de aliento, vamos buscando
el camino de las manos, el camino siempre del combate,
el altavoz del alabastro, el ojo en el surco de los candiles.
Llegamos al punto de la piedra donde el cierzo es consumido...
Imagen tomada de Miswallpapers.net





TRANSEÚNTES, RELATIVIDAD DE LAS ACERAS





Para Ana Muela Sopeña.




Sobre las losas, las conspiraciones de la somnolencia, las tardes
urgentes de sombras, los brazaletes sostenidos por la brisa,
transeúntes heridos por la desmesura del estremecimiento;
tal vez las aceras devorando los zapatos, entienden las escaleras
de la risa, la espuma entonces, que va dejando la memoria
en el tiempo que uno nombra a oscuras: los días sin aire
son relativos, lo es también la fe de erratas —la apostilla al pie
del cuaderno de apuntes, que aclara las esquinas del techo
de la respiración, las dudas después de todo que convocan
las estatuas en los turbios anteojos del cielo.

Las aceras son esos rieles que exceden los carbones de cuanto
quema la extrañeza en su flamígera desnudez; lo es el intenso
filo de los pasos, que en el pecho se vuelven coincidencias
relativas, orillas de la tarde que ahogan las espinas,
memorias arrojadas al aire sin anteojos, la voz mordiendo
las aldabas del ladrón que recorre fotografías, pasillos, ventanas,
espejos, la voz que se columpia de puntillas.

Venimos de andar largas colillas de aliento, vamos buscando
el camino de las manos, el camino siempre del combate,
el altavoz del alabastro, el ojo en el surco de los candiles.
Llegamos al punto de la piedra donde el cierzo es consumido
por el camino próximo al hambre: cada quien fecha su aliento,
su propia agenda en los rigores del fuego: luz de transeúntes
anudada a las sienes, a la calle donde se eleva la indiferencia.
Cada quien acumula fríos o campanarios:
A veces el poema es un nido apagado, donde los relámpagos
muerden la tinta, la palabra que nos da el olvido,
la herrumbre de los límites en los cipreses ascendidos a manteles.
Cada poeta camina al filo de tantos nombres, desenredando
su propia piel de los desvaríos fúnebres,
mordiendo la indiferencia que transita a nuestro lado: suceden
largas tristezas, en esta locura de las pupilas: cada acera
es un camino descifrado que nos llena de vestigios: frente al poeta,
el ataúd de la tristeza, el tren líquido de asombro,
los libros resistiendo a la oscuridad, a las corbatas que sangran.

El día no es suficiente para librar todas las batallas:
los espejos flotan en alas fatigadas, habremos de explorar
otros diluvios, morder el humo de los puertos, descifrar los jeroglíficos
de cada dedo en el convoy de las funerarias, de cada círculo
en la melancolía del invierno, de cada hora en la llave de las lágrimas.
Dentro de esta relatividad, sólo la memoria nos salva: aún sobre
la espina, el sueño es preciso. Lo demás es teatro en las enredaderas
del sudor, vestigios del drama que se vive en las aceras.

Barataria, 21 de septiembre de 2011

2 comentarios:

Ana Muela Sopeña dijo...

Lo primero de todo Gracias escrito con letras grandes en el cielo. El poema es precioso, profundo, con unas metáforas súper originales que nos permiten reflexionar hondamente sobre el oficio de poeta.

Es un honor que me hayas dedicado este poema, André.

Dices muchas verdades una detrás de otra. Quizás la más importante es la de seguir caminando como poetas, escribiendo, indagando a pesar de la indiferencia. Y es que la poesía es absolutamente endogámica. Sólo nos leemos unos poetas a otros. Los otros lectores de poesía son aquellos que salen o están casados con poetas y para brindarles afecto leen sus poemas. Y...los estudiantes de bachillerato donde en la asignatura de literatura hay que leer algo de poesía. También los estudiantes de filología hispánica (o inglesa si se trata de literatura inglesia o norteamericana o filología eslava, etc...) y los estudiantes de Lengua y Literatura Española. Quitando estos grupos: poetas, parejas de poetas, estudiantes, críticos (claro), editores...La poesía no es leída. Y es una pena porque la poesía es el género literario rey. La novela, el cuento, el teatro, el ensayo son géneros literarios maravillosos, pero la poesía es la madre de todos los géneros y la madre del lenguaje.

En fin, qué le vamos a hacer. Debemos seguir caminando pese a todo.

Te dejo un abrazo
y mi eterno agradecimiento por este grandioso poema que pronto veremos traducido al rumano por Andrei Langa.
Ana

André Cruchaga dijo...

Gracias, poeta, por el comentario. En realidad te lo dedico por tu gran calidad humana y poética; es pues, una manera de festejar la amistad y tu desinteresado apoyo a mi poesía.

Un abrazo,

André Cruchaga