martes, 19 de abril de 2011

CAMINO DEL FRÍO


Sigue el frío robándose las calles y las paredes de los poros.
El tiempo que amasa la intemperie de los cuerpos, el sexo olvidado
del poema en los acantilados, certidumbre de la teja sobre el ala,
aquél mapa a la espera del júbilo, el nido de las palabras,
el pinar descubierto en el sacrilegio de las cerraduras,...





CAMINO DEL FRÍO




The one time
I lied .. all the time
My life and in my time
You walk black lines…
DISTILLERS




Sigue el frío robándose las calles y las paredes de los poros.
El tiempo que amasa la intemperie de los cuerpos, el sexo olvidado
del poema en los acantilados, certidumbre de la teja sobre el ala,
aquél mapa a la espera del júbilo, el nido de las palabras,
el pinar descubierto en el sacrilegio de las cerraduras, tortura
de la arena en la herida, ríos de crecida alarma,
entre el escombro y la piedra erosionada, entre el vaso y la danza
de los días, entre la suerte del azúcar y las laderas.

—Los que conocen el frío pueden hablar de la espesura de los andenes,
entusiasmarse por la limosna,
mojar los sueños con el cierzo y el desvelo:
puedo platicar con las palabras amanecidas del sudor,
desleer la brea de la astucia, danzar en medio del humo del ombligo,
despejar el espejo frente a mí, responder a la soledad que me dan
las habitaciones, las promesas dichas y no cumplidas,
el silencio que guarda como una piedra sudorosa.

Después de los dientes y las palabras, qué nos queda del huso horario
de la comunión, —aquí, allá, el rocío en combo de mentiras,
el petate pestañeando al vaivén de las hojas,
la mosca del instante sobre la sábana,
los días del preámbulo del panal, después la estocada: espina negra
del aliento, papel crespón del sexo en el guacal del frío.
Ahora busco la armonía en la siesta de los libros: busco el día
sin máscaras, la oración del pétalo en el camino,
no la fiesta de rodillas para un asilo, el cielo claro, no la transparencia
fugitiva del minuto, el páramo disfrazado de mañana;
en este camino, duelen los paréntesis, los corchetes y los puntos
suspensivos, —duele esta siempre resina en la ventana,
los días de guardar, el clavo despiadado en los calcañales,
la misma ceniza haciéndose piedra, el sexo convertido en granizo.

Entre más giran las aspas del césped,
cuando ya no hay palabras, cuando los vilanos se confunden
con el estiércol, y la apariencia es la señal, los afeites la madrasta
del perro callejero, y la puerta, la vértebra rota de la sonrisa,
hay que dejar la mesa maltrecha de los manteles, enterrar la sal,
y seguir el camino del viento.
Nada ha sido hecho para la eternidad: la malicia no puede ganarle
a los sueños, ni el frío debe soportarse siempre;
de pronto me aterrorizo responderle a las piedras por mi salud,
a las manos que respiren, a los maniquíes que suplanten
a los difuntos, a los armarios que guarden el calor, a la agonía
que deje de morir, cuando todo lo humano es violenta claridad
de túnicas, palabras que someto al delirio de mi propia lámpara.
Hay caminos que conducen pronto al frío. La fatiga germina
en el suspiro, en esta espera donde nunca amanece.

Barataria, abril de 2011

4 comentarios:

LEDESKA dijo...

Habran demaciados frios sujetos a todo lo monotono pero nos traera suspiros sobre las bufandas y miradas que conducen a las calles mojadas..


Ledeska

Marina Centeno dijo...

Entonces el frío es eso: la indumentaria, el ropaje, la camisa de fuerza, la bufanda... el sentir que estas calzando las nevadas y aún así el camino es ágil y sustancioso, porque sólo el recuerdo te acompaña. Acaso el frío nos trae su carapazón enervando la piel de tal manera que el recuerdo es un hielo que se deshace frente al fuego, lento, como los días sin hacer nada, rumiando el horizonte, trenzando alas...


Querido Poeta, me ha acariciado su palabra y no he podido evitar comentar, con mis disculpas.

Un placer.

Marina Centeno
Yucatán México

André Cruchaga dijo...

Muchas gracias, poeta Centeno, por tus generosos comentarios. Y sí hay fríos de fríos, desde el físico hasta el que se cuela en el alma.

Un gusto saber de ti.

André Cruchaga

André Cruchaga dijo...

Gracias, SANDRA, por tu comentario en este Cielo mío siempre a caballo.

Un abrazo,

André Cruchaga