sábado, 2 de abril de 2011

CADA CONCIENCIA ES UNA LUZ


Mi carne la disuelve esta llaga de silencios; pero cada quien,
en el camino, es su propia conciencia: la luz o la oscuridad,
la mano rasgada de la nube: la voz que sacudió los sueños,
el oscuro follaje del abismo, la lágrima aguda sobre el fuego,...




CADA CONCIENCIA ES UNA LUZ




Sólo tu nombre quiero decir,
decirlo muchas veces,
escucharlo volar como un pájaro ciego…
ELIANA NAVARRO




Mi carne la disuelve esta llaga de silencios; pero cada quien,
en el camino, es su propia conciencia: la luz o la oscuridad,
la mano rasgada de la nube: la voz que sacudió los sueños,
el oscuro follaje del abismo, la lágrima aguda sobre el fuego,
el laberinto bestial de los cuchillos,
encarnados en el alma.
Cada puerta es una lámpara en vigilia: déjame, ahora, ser mi conciencia,
el luto sin relevos, buscar el recodo de mi propia huella,
la luz hecha de barriletes y caballos, de juego de trompos y canicas,
(siempre me encontré en el camino, con pupilas de piedra,
tinta con indiferencia de abrigos,
perros de escuálido alfabeto, abrigos aferrados a la orfandad,
oscuros pocillos con estiércol de calendarios;
luego la tinta mordida del sueño por el ojo con salmuera,
los huesos sordos del frío como río de nidos torturados. —la mesa
con su diluvio de páramo,
ojos que esperan sábanas y ventanas,
tren con vagón de soles, brazos de tozudo musgo.
Dentro de mi propia angustia, las costillas arrojan al aire, trenes
de feliz sueño, arganillas[1] de barcos, largos trocitos de pupilas,
y esquinas de guiños infinitos.
—¿Hacia qué rumbo se tuerce el cuello del paisaje, los ojos
desgastados de los zapatos, la losa incesante de la búsqueda?
—Hay harapos como las tierras de Comala,
Muertos de vejados trenes, breñas de aguas esquivas, flores de polvo
colgando de cruces,
ruedas de óxido, noches de retorcidas puertas, sin ventanas.
Sin duda la luz es esquiva como los fantasmas, como los trenes
azules que se pierden en el horizonte,
como la sal lúgubre de los durmientes, tabaco ahogado en la boca,
de la noche que muerde su propia sombra.
Pero la luz está ahí, inacabable en lo oscuro: déjame ser no el puñal
Agrio, desgarrado de los arrayanes, sino la conciencia alrededor
de los zapatos donde nadie más entre, salvo aquel fogón del invierno
con sus hojas de rocío.)
—Cada quien ve en el ojo, el ojo del alma, su propio odre de fermentos,
el pozo donde el perro de la luz aúlla;
cada conciencia desnuda su propia luz: le da fuego a su alma,
o simplemente la cultiva; luego todo empieza a verse: el yo quitando
la tristeza de la mesa, la niebla de los espejos,
la muerte acostumbrada lamiendo los cipreses: sin duda, al abrir
los ojos, y de regreso, todo luto es sólo espejismo,
algo que de pronto se lo llevó el viento.
Ahora, aquí está la luz anudada al cuelo: sube las escaleras
Y se despide de los cadáveres…
Barataria, 2011



[1]Arganilla: Alforja de cuero. Maletín para cargar pequeñas artículos u objetos atrás del jinete mientras monta a caballo.

6 comentarios:

Marina Centeno dijo...

"—la mesa
con su diluvio de páramo,
ojos que esperan sábanas y ventanas,
tren con vagón de soles, brazos de tozudo musgo."


Hay silencios indispensable, silencios que contagian, silencios que se mecen entre las hamacas, silencios que saben a océano, silencios que trotan y silencios que cansan. Mi silencio -André- es una máscara en el circo de palabras.
Estoy entre tus versos -como siempre- agazapada en los rincones de tu página, y siento que el oleaje me llega desde el páramo hasta el techo de mi alma.

Gracias.

Marina Centeno.

André Cruchaga dijo...

Estimada poeta Marina, yo siempre agradecido con tus generosos comentarios. Siempre he creído que el poeta es una cronista de su tiempo vital y los destiempos. La poesía escrita con sangre transmite ese dolor incesante y existencial del ser humano.

Te mando un abrazo con cariño y respeto.

ANDRÉ CRUCHAGA

Marina Centeno dijo...

Así debe ser la poesía, así el Poeta: desgarrante, hacedor y doliente.
Yo me acomodo suave en tu palabra -tú lo sabes- y aún siendo plácida, sacude, voltea y reserva un temblor inexplicable, pero así es la poesía, Poeta, sacudones de orgasmos, vientos y caricias suaves...

Gracias por la respuesta.

Saludos y un feliz fin de semana, Poeta.

Marina Centeno.

André Cruchaga dijo...

la hora de vivir en la poesía es esa plastilina líquida del estanque;
a veces como un taller climático,
en la intemperie,
pero siempre sediciosa en el jardín
de las utopías.

te mando un abrazo y mi agradecimiento por tus palabras.

ANDRÉ CRUCHAGA

LEDESKA dijo...

Tiendo mi mesa para ti.. con manteles verdes y limones servidos invitaremos a las aves para reciten tus versos de hoy... gracias por permitirme compartir tu letra magica...


Ledeska

André Cruchaga dijo...

Gracias, Ledesca,`por tus luminosas palabra; sólo escribo lo que del alma brota.

Un abrazo,

ANDRÉ CRUCHAGA