sábado, 1 de enero de 2011

A VECES EL OLVIDO NOS DEVORA


A veces el olvido nos devora pies y manos; nos consume días,
semanas, meses: nos vigila como un cazador furtivo; lame
las alegorías, urde costumbres en el légamo, en el pantano
de la conciencia, muerde el espejo de las palabras hasta hacerlas
oscuras, —las sombras pesan entre lámparas moribundas:
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A VECES EL OLVIDO NOS DEVORA





…como el abismo sin fondo
de unas entrañas vacías.
JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN





A veces el olvido nos devora pies y manos; nos consume días,
semanas, meses: nos vigila como un cazador furtivo; lame
las alegorías, urde costumbres en el légamo, en el pantano
de la conciencia, muerde el espejo de las palabras hasta hacerlas
oscuras, —las sombras pesan entre lámparas moribundas:
desgarran el alfabeto y lo vuelven a uno esa modorra extinguida
de las puertas, casas de adobe y bahareque,
con la telaraña colgando como pájaro siniestro;
(vos en la contemplación de estos huecos y vacíos, en la ausencia
horadada de los hornos y el patíbulo,
los días de la semana atroces, los años que caducan de manera
incierta cuando miramos el fardo de sombras al trasluz de los aleros.
Nos alzamos sobre las malezas de las encrucijadas,
extrañas ciudades inalcanzables por el rostro,
horrores imposibles de alejar,
extremos ruidos en las baldosas de la muerte, en los carros
fúnebres, con perros vigilando el sueño todopoderoso del caos.
Vos en el bosque exhumado de mis letargos: insomnios, neumáticos
gastados, caballos duros de cascos, mordiendo las calles,
el candil gastado de las pupilas,
las plumas, apenas visibles del amanecer con ojeras letales,
adioses cuya respiración sabe a salmuera.
Vos sometida a mi hambre de nostalgia: al olvido que arrecia
entre las aguas del orgasmo, en el apretado sudor del náufrago.
—Mordemos la reliquia de las palabras sobre el diván de la hojarasca,
desmantelamos el mimbre de los meses,
afinamos el saxo de la garganta,
expandimos la sal al aire de nuestros poros traspasados por el delirio;
luego nos acecha la incertidumbre de la historia
con todas sus falencias: nos confunde el sobrepeso de la incertidumbre,
el silencio carcomido por los ratones,
los días de vacas flacas de las cucarachas, la salva escarbada
en los pétalos, el continuo colmillo del asedio con su cuota de caries.)
A menudo todo se nos vuelve un peligro inminente:
el presente es miedo en el anonimato del futuro, —descubrimos,
de pronto nuestra levedad, la lágrima invocando espejos, un reino
que no es de este mundo, sino disfraz del andrajo que nos ha arropado
en los días punzantes de las máscaras y las ventanas.
No sabemos qué viene después de poner el ojo en el espejo:
si los armarios degollados de siempre o la alacena vacía de los brazos,
o el despiste del fuego en las sombras.
Lo cierto es que la esperanza siempre juega al escombro, ahí donde
nos movemos entre el patíbulo y el hospedaje herrumbroso
de dos cuerpos soportando las distancias del Paraíso.

Barataria, 31, XII.2010

2 comentarios:

Marina Centeno dijo...

Espejismo

Cuanto páramo existe entre
las sombras
en la siniestra gasa del olvido
entre el "estás y no estás"
como si el día fuera una roca
que los párpados cargan
así pesa la soledad

Pero te busco incesante entre las páginas
de los poemas marcados al insomnio
por la multitud de mis fracasos
-tú eres una habitación repleta de palabras-

y si estiro las cuerdas de mi voz
llegará hasta lo alto
los ladridos del perro que me habita
con la fidelidad del manso
y el instinto feroz


Marina Centeno
Yucatán México

André Cruchaga dijo...

Gracias, Marina, por dejar tu comentario, en poema. En un honor tu palabra y sentir de lectora y creadora.

Un abrazo de año nuevo,

André Cruchaga