miércoles, 9 de abril de 2025

ENVÍO AL ARBUSTO DEL TIEMPO

 

André Cruchaga, El Salvador


ENVÍO AL ARBUSTO DEL TIEMPO

 

Nunca recibí la hoja de tu aliento en mi estío, ni aquella voz precipitada

a tierra. ¿En qué postal la lluvia mojó todos los absurdos?

¿En qué minutos el elefante de la tinta con algunas nubes rezagadas?

Hay otros zapatos que quedaron en el tintero, setas del alfabeto

en la gaviota de antaño, dilatada voz sobre el viento.

Los mails arremolinados calcinaron los hilos del eco, el mar arduo

de las pupilas, las aguas que el afán aprisionó en el imaginario colectivo.

¿Qué es el tiempo sino este parto de espectros, abismo gemelo de lo extraño?

¿Qué es el tiempo sino esta ventana huérfana convertida en ladridos

y fantasmas, mueca de la locomoción de tanto crimen?

(Vos) pensando seguramente en el sexo ebrio del grafito de fuego

y en las larvas que bajan, vertientes del precepto desigual

de la macroeconomía de la lluvia en el barro del templo.

Siempre fue bestiario el matadero de los alquimistas, insaciable

la rosa carnal en el esplendor de invernadero de mis cartas ajadas,

demolidas a fin de cuentas por albañales y el coro del lodo enfermizo,

bisutería donde solo hay comensales de insectos.

En el cónclave de mi caligrafía entendí que estaban cerradas puertas

y ventanas y que, aquel cortejo, tristemente era el devenir del otoño.

 

Del libro: «Sintaxis de la fuga», Barataria, 2014

©André Cruchaga


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