miércoles, 19 de febrero de 2025

AGENDA DEL PAISAJE

 

Imagen pintura de André Masson

AGENDA DEL PAISAJE

 

 

es el cuerpo deshilachado

que se desgrana en el collar de nuestros sueños de olvido

TRISTAN TZARA

 

 

(Vamos, aunque no lo quiera hacia lo inhóspito de las aguas derretidas en las sábanas. Allí los puchitos de linaza colados en los juegos matinales del jardín o, en las horas nocturnas, al antojo de las pulsiones del vaso. Día a día afilamos los labios de la sed, despojamos las manos del frío, buscamos en la rama el pájaro de la muerte, nos volvemos implacables en la bolsa de las ilusiones, dibujamos jaguares para que muerdan nuestras vestimentas, desnudamos la fe en la oscuridad de los orgasmos, el mismo fluir que a menudo se vuelve huraño, —¿podremos un día liberarnos de esta muerte a pausas, romper las aristas de la desazón, escribir otro poema con los gestos típicos del polen? Para reescribir nuestra agenda de arcilla, necesitamos el sexo de las libélulas, la técnica del balanceo del mar o de la tinta, los tranvías colgando de las esquinas de la madrugada) …

 

En la bifurcación del collage evocamos geografías irreales, bordes,

atlas, las palabras trasegadas del crujir de los topónimos,

la aurora con sus pulsiones diurnas antes que mueran las sábanas:

—Por si hay dudas, ya hemos reescrito la idiotez de la melancolía

en todas sus formas posibles, hemos pintado la intemperie

de escaleras y validado los desfiladeros de la agenda del paisaje.

Hacia sueños que ya no conozco, —miradme— donde las mulas

se vuelven obtusas y la memoria mero arbitrio de sinrazones,

la franela de sal del viento, la desesperanza en ferrocarriles de carbón

con sus viejos sótanos de oscuridad.

Nada es hospitalario ni hay reciprocidad en las disonancias del tedio

Sabemos que la bruma es una angostura interminable,

en su magnitud no hay códigos amatorios ni cláusulas certeras.

 

Aquel grifo de las aguas derretidas en la pared de la página

en blanco, y el tiempo que se nos muere en nuestras manos resulta

letal y profuso en sospecha;

dentro de qué pan deben cruzar nuestras hambres, sin que las piedras

de las morgues acechen los segundos del entresueño del tránsito.

Vivimos en el espejismo de la trivialidad, oscilamos entre clavículas

de asco y vértigos de horribles estatuas.

 

La pregunta será siempre la misma. (La muerte será la misma

 muerte, aunque se disfrace de catedral en nuestras vísceras,

aunque el polen extasíe el vuelo).

 

Ya no aquella agenda paralela sin dentífricos y páginas arrugadas.

Sobre el tapiz, las colillas y los sostenes, las edades transpiradas,

el cansancio y la locura que nos llaman, un desierto de sangre

gritándonos, gritándonos…


Del libro: «Incendios giratorios», Barataria, 2013
©André Cruchaga

Imagen pintura de André Masson


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