jueves, 7 de marzo de 2024

LÍMITES DE LA FRAGILIDAD

 

©Pintura de Franz Kline


LÍMITES DE LA FRAGILIDAD

 

 

Abiertos a esa eternidad efímera, no hay milagros intermedios,

en una plaza sino lo que cada uno concede a la fragancia;

aquello en lo que pensamos, a menudo nos abre tumbas y a si de la mano,

apretado el aliento, tratamos de que la balanza resista a la memoria.

De hecho, siempre nos afincamos a la viña de moscas en nichos de tierras

baldías, los esqueletos debajo de la madera de los porches silbando todavía

los herrajes, los fierros candentes casi azules en barcos de sífilis.

No hay explicaciones para los muñecos enterrados en jardines

que recuerdan las practicas ancestrales para despedir a los seres queridos.

Apenas alguien habla dentro de una jaula de dialectos seducidos

por la memoria, espíritus prisioneros y esclavos en el cielo del pecado.

 

(No es fácil ahondar en las ojeras de las habitaciones desoladas,

ni en los violines negros del follaje que lamen, lamen, y lamen rostros y tobillos.

En los límites de la fragilidad gotea la niebla.

En las paredes ennegrecidas del país, despiertan terribles cuchillos

y cavidades de nichos y hollín, aquel país tribal e insondable y pretérito.

Aquí uno quiere huir de la somnolencia de los nombres y del asedio

de los verdugos, de las ventanas de dolor y la tortura y la indiferencia.

Sobre la zarza del sollozo, nos arrulla el santo rosario.

El abandono nos escupe tantas veces que ya he perdido la cuenta

de su ganancia: a menudo pienso en la historia de tus muslos

y en los peces que habitan la acequia de los viejos pescadores bíblicos.)

 

Contra la luz buscamos los espejos, tal vez la propia palabra nos haga

ascender al fondo, alrededor nuestro no sólo hay balbuceos sino severos

mimetismos, Whitman en algún sueño parecido a un apóstol que deserta

De las espinas, pero no de la misericordia de nazareno y esa secuela

de ahogos abisales y esos retornos abruptos de las aguas irrevocables.

Todo tiene límites en las leyes de la vida, laboriosa ebanistería de la vida,

Un Picasso insondable en la desobediencia, un Lincoln póstumo

de milicias, Vallejo de cobre, Ulyses torturado por culpas y juramentos.

Jesús desde su tumba empujado por los arcanos.

En medio del sol quemante, Martin Luther King predica los derechos

civiles y los años de sombra de la segregación.

 

Nunca dije que fuera fácil conquistar la transparencia, mucho menos juntar

las antítesis, esa forma de abandono que tiene la noche cuando convergen

en solitario los trajines del rompecabezas; tal vez en el traspié del lápiz,

el carbón deshaga la caligrafía de tanta hipnosis en pedazos, quizá la ráfaga

desarme los diques y el río nos dé su respuesta más allá del fluir

y el espasmo y la inminencia.

Ante los homicidios en nombre de la patria debemos pensar en Pedro,

Pablo, Santiago y así darle sentido a la mística de las turbulencias.

 

Mientras tanto, nos están faltando hombros para este aprendizaje que nace

del yo más profundo.

 

Barataria, 2012

 

Del libro: «Insane Asylum y otros poemas para Koko Taylor», 2012

©Pintura de Franz Kline

©André Cruchaga


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