jueves, 25 de febrero de 2021

ANTE EL TERROR, LOS SUEÑOS

 

©Pintura de Jackson-Pollock


ANTE EL TERROR, LOS SUEÑOS

 

 

¿Cómo ocultar la fetidez, sino a través de diversos dispositivos,

entre ellos, las máscaras y la destrucción a la que hemos sido sometidos?

—La rigidez del balcón negro donde juegan los niños del futuro,

 los certificados de nacimiento en lo irrespirable.

Dimos al traste los cuentos de hadas y todas aquellas fechas memorables:

¿Es posible mezclar el granito con los pájaros, el beneficio de la duda

con las verdades acabadas? (Me temo que las ilusiones dejaron de ser

implacables y que en vez de tortilla le apostamos a la Bolsa de valores,

y a ese fluir animoso de lo huraño y las falacias.)

Desde la torre de Babel, golpea la escupida del incesto, (toda la clientela

se ha agolpado ante al gran viento mesiánico del terror);

en las esquinas del mundo de los tergiversadores de la memoria,

los animismos patriarcales y hasta el trasiego de la historia.

Ese florido humo que espiral se roba el júbilo y la soberanía.

Entre gritos y vallas publicitarias oscurecen babeados los ojos.

El polvo es un azor cuya edad pulsa las oscuridades de la boca.

Mira cómo las uñas se han vuelto instrumentos criminales,

o esfínteres incandescentes del terror. O perversiones de la bruma.

Todo resulta abominable, en una tierra a la que se niega el poder del sueño:

caminar no en funerales, sino en la reinvención de un beso o un abrazo.

San Francisco, California,  2013

 

Del libro: Primavera de arcilla

©André Cruchaga



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