sábado, 2 de enero de 2021

EN REALIDAD, NADIE VIEN

 

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EN REALIDAD, NADIE VIENE

 

 

Es como si nunca hubiese conocido las aguas perecederas

del paisaje y sus sangres inmensas en un gajo de miedos.

Voraz el ciempiés de espuma en la hoja total de la neblina.

Fríos los dedos del escombro que espera

en el absurdo de tinta de los atavismos de las palabras

y sus cadáveres, de la lluvia colgando de la verga de las ilusiones,

del candil que se hizo matorral de pabilos:

de pronto nos encontramos con un horizonte sin pájaros,

con un ahora donde languidecen las campanas y se hace nudo

ciego el camino, y escamas de lija el cuerpo anhelado.

Todo el vidrio de la garganta se ha roto.

En la piel hablan las cobijas atribuladas y el adobe de sal

en los ojos y el destello anulado de la carcajada del recuerdo.

En realidad nadie viene, salvo el perro con pedacitos

de calle y aglomerada ternura.

Nadie viene, es cierto, ni aquella tímida ternura de hamaca,

ni el engañoso silogismo de la pelambre.

Nadie viene. Es cierto. Es sorda la música de la lluvia.

 

 

Del libro: “Invención de la espera”, 2020

©André Cruchaga


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