miércoles, 23 de diciembre de 2020

YA ES LA HORA

 

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YA ES LA HORA

 

 

Al cabo la espera es un sonido hueco, un rasguño de silencios

y ansias: uno la inventa para darle sentido a las palabras.

El aliento del alba no sustituye la memoria,

ni la luz nace del susurro impostado.

El alma es solamente un arroyuelo, un mundo hacia dentro

de cementerios, quizás una hoguera desasida, una pintura oscura

de esos bosques donde se hielan los pulmones.

Siempre fingimos en el ojo las líneas del horizonte.

También lo hacemos con las sombras erráticas de la desnudez,

con la cobija del ardor, sin pensar en los umbrales adustos,

en cuánto exuda lo profano de la boca,

y las ingles crecidas del crepúsculo aturdidas de espantapájaros.

A veces creo que no hay que inventar calderas,

ni poner platos vacíos en la mesa: una sed enferma cierra

la garganta. En el reverso del amarillo se hartan las carencias.

Es hora de enroscar la noche en el pecho.

 

Del libro: “Invención de la espera”, 2020

©André Cruchaga



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