jueves, 16 de abril de 2020

PANDEMIA

Imagen cogida de la red





PANDEMIA




Hay exceso de escoria en las sienes y fúnebres copas de musgo.
Ya el sueño me ha hablado de las estrofas de veneno en el aliento,
de la guerra que libramos con simples tapabocas,
de la hoguera de hormigas y fatalidad cernidas en el alba,
de los agujeros que alcanzan universos inéditos: todo sucede
en el fermento de bocas y ojos: rueda hostil el hambre
con la muerte, las jeringas manchadas de ataúdes y oscuros juegos.
No existe ni en la fantasía inmunidad posible: cada escena
es una bruma de trenes, amargo se disemina el confín de la luz,
enlutada susurra la fragancia, espeso el viento de la neblina.
Nadie duerme cuando se desdibujan las cobijas y es oscuro
el frasco del aroma, y en tu amanecer aparece la afonía de la noche
con su hierro de capucha y ardientes alfileres.
(Acaso en la encerrona no se hace más densa la agonía,
la estocada de una lágrima, la claridad desnuda de dientes,
la duda del pintalabios en los ojos de sal.)

Si algo nos queda, es la sospecha en este país de arcilla.


Del libro: Umbral de la sospecha, 2020.
©André Cruchaga

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