miércoles, 4 de marzo de 2020

DISCURSO REVELADO

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DISCURSO REVELADO




Ofrendamos esta suerte de prolongar el clímax de las calles.
En lo humano del dolor, cada queja se fue haciendo oscuro río.
En cada grito una cripta dolorosa, una tumba de mar, aquí,
en las sienes, un tren de féretros amargos en la boca.
Nada dijiste antes a la espera. Nada a la sombra muda del llanto.
Nada a veces la piel, sino el abrojo de niebla en las mañanas,
el cansancio de lo que no tiene límites y se prolonga, quizás,
como un litoral de sueños.
Mañana ya no estaremos, tampoco el castillo de naipes, ni aquella
litera tangible de tibias cobijas. Ni el pelo en la sopa.
Será como la ceniza, torpe destino. O urgida llaga.

Del libro: Umbral de la sospecha, 2020.
©André Cruchaga

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