lunes, 15 de mayo de 2017

RECONSTRUCCIÓN DEL AIRE

Imagen cogida de la red





RECONSTRUCCIÓN DEL AIRE




Desde el cuello de los caracoles reconstruimos el aire de la humareda,
los somníferos para olvidarnos de las úlceras de las semanas.
Siempre uno debe fingir para escabullirse del cúmulo de los semáforos,
quitarle las astillas a la noche, arrastrar puertos empuñando las manos,
husmear el sigilo, aletear junto a alguna puerta.

Todos los pensamientos se deshacen en los huecos del grito.

Resuena el absoluto con sus grilletes de lívidos espectros: tanta miseria
abulta las encías y hace de la luz, modorra presentida.

En el vaivén de la lágrima, triste la cobija de las palabras, las manos todavía
sin pronunciarse, los brazos quedados en el respiro de la ventana.

Agotada la faena y gastado el rostro, el silencio y el cuerpo pétreo.

Cerrado el ímpetu habrá que morder la hoja enceguecida del ombligo,
respirar allí, la dentadura del deseo,
la religiosidad de los imanes, el húmedo espejo de los imaginarios.

Arrojados al resumidero de la noche, habrá que rehacer el espinazo del aire,
quizá hasta la piedad en medio de tanta telaraña,
quizá hasta las mandíbulas para suprimir el titubeo de la hojarasca.

Del otro lado de lo invisible, es posible deshacer el puñado de moscas
y proseguir aun goteando de dudas. Y ver la extremidad de los espectros.

Al límite con la desnudez de la tierra, viene el cuerpo y su desapego.
Aquí, leve la hoja y el caballito de madera oscurecido de tacto por el tiempo.
Barataria, 2017

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