viernes, 30 de agosto de 2013

DÍA

Imagen cogida de la red




DÍA




Comienzo el día sabiendo que el mundo galopa. En el candil de la sangre,
el reloj bisiesto de los ecos, el percance ante lo ilusorio.
(La infancia es un viejo barco donde ya no juegan los jóvenes):
lo sé ahora después de confabular contra el alfabeto, lo sé en esta noche
de galopes y amaneceres comiéndose la  desnudez.
—Ahora juego a esa otra lluvia inconcebible, respiro el hambre,
doy fe de la honradez de los burdeles.
(A ratos debo insistir en la tierra redonda de las sombras, en la terquedad
feliz de la infancia, quizá en el trencito de madera incandescente.)
Toda la vida me la paso poniéndole nombres a los poros de los dedos:
descubrí así, el pecado del polen y la cadencia del galope…

Barataria, 23.VIII.2013


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