Imagen Pinterest
AL OTRO LADO DE LA
SOMBRA
Al
otro lado de la sombra, no la luz, sino la guadaña del tiempo:
—espejo
sin fin del vacío en los ojos;
el
pétalo de la utopía sangrando en su fuego.
Estatuas
de sal o de ceniza que nombran los ojos.
La
palabra consume los rescoldos del fuego,
la
medida del filo en los collares del veneno,
en
el tragaluz de la trementina,
en
la cábala de los timbales,
en
la sonrisa siniestra de la lengua:
lasciva
certidumbre que teje la saliva
en
la gruta profunda de las grietas.
Atrás
de los focos, persianas de baños, gallardetes, cacerolas:
un
mundo nocturno convive con el albedrío.
Un
mundo de sigilosas cornisas lame las criptas de los deseos
o
la caverna donde los sueños amontonan gemidos o ceniza.
Todo
es subliminal cuando los candiles apagan la herrumbre
de
su dócil línea de fuego.
Cuando
el esplendor “muere sin nacer”,
y
los espejos quedan mudos,
cuando
el reverso arde en hosco abismo.
Entre
consignas de áspera zarza, la oscuridad se vuelve norte
de
la bruma,
norte
de fronteras cuya sal veo reflejada en las pupilas.
El
sueño sin vencidos es adviento,
es
arma de potente abolición.
La
usura no debe caber en su misteriosa estela encendida.
No
debe ser la duna breve del pabilo,
ni
el inequívoco rictus del arquero,
el
slogan oficiante de la liturgia,
sino
el lecho convocado del pájaro,
la
suma exacta donde los celajes consuman su designio,
el
aire sin malicia,
el
aire solar de los solsticios con un pedestal de brazos
que
los espejos reivindican con su húmeda transparencia…
Al
paso donde la vida esgrime sus encrucijadas
—su
vocativa historia de símbolos,
el
mundo se deshace lentamente en ceñido humo.
Noches
o piedras hay en el tul de los labios,
en
los ríos cósmicos
de
las sinfonías,
en
la memoria que cede al corazón,
desvelados
balcones
—oscuros
sigilos de una claridad ritual.
Éter
de voraces líneas
dibujan
el destino;
la
verdad como preludio de la memoria aún no desvela
su
cavidad vertical.
Señuelos
pululan frente a los ojos,
allí
donde la raíz debería escribir páginas de cierzo y terso azogue…
Pero
no es así.
Para
el triunfo de la luz, todavía faltan “hostiles
certidumbres”
y noches que arriar como banderas desvaídas.
Al
otro lado de cualquier inventario,
siempre
hay “viejas nostalgias”.
Los
vitrales en su premonitoria luz,
urden
imágenes trenzadas de sudarios,
como
la vida, de vahos e inciertos párpados.
Pero
aún así entre los ahogos de la niebla,
es
necesario reivindicar
el
territorio de los ojos y los sueños como una marea que absorba
las
pestañas en el celofán del aire,
en
su habitada trama de rieles.
Será
la irreversible luz del calendario la que reclame el pensamiento,
la
toalla sobre los poros,
el
hilo del destello en la hierba sedienta,
el
engaño saliendo de la máscara,
la
propia luz en escenario, la espuma sobre la ola,
—arte
del mar, liviana materia del sueño.
Al
otro lado de la sombra, el oscuro palpitar de los sueños,
la
desnudez plena y no la luz.
El
inventario de la hojarasca
y
no la claridad en su pañuelo mineral.
Al
otro lado de la sombra, otras sombras
en
húmeda premonición tirando la luz “en un señuelo de espejos”.
Del libro “INTIMIDAD DEL
DESARRAIGO”, 2008 (Inédito) 130 pp
© André Cruchaga
No hay comentarios:
Publicar un comentario