domingo, 14 de enero de 2018

ACTO DE FE

Imagen Pinterest





ACTO DE FE





Una somnolencia de polvo abre las persianas de las pupilas;
el sopor del contrainvierno sigue mordiendo el horóscopo.
En unas gotas de neblina intento salvarme de los últimos días
y echar a la suerte este calor cuyo fondo hace sangrar el alma.
Desde tiempos remotos
habito fantasmas lunares para que la verdad
siempre sea una falda larga y la desnudez callado aroma.

Crepúsculos encendidos lamen la atmósfera con antiguos
relámpagos de abisales acequias.

(Cualquiera puede ver
las luciérnagas de la Vía Láctea a través de su imaginario,
y los millones de rostros invisibles en la conciencia del tiempo.
También se ven los grandes hangares donde los niños lloran,
cuando la orfandad les quema las pupilas
y el dolor se yergue como única riqueza,
extraña riqueza robándose el aire y las almohadas.)

Hasta cuándo serán las manos invisibles del universo,
o, por el contrario, 
la alacena para refrescar la historia del presente
o ese futuro incierto al cual invocamos con todos los ángeles
encarnados a kilómetros luz del fuego vital de nuestro forcejeo.

Ya la  lluvia ha caído en raciones diarias de agonía.

Ya el confeti de la hojarasca ha lamido nuestros rostros
con su profundo libro en sepia,
ya los fósiles crecieron en su liturgia de siglos utópicos.

Ahora es necesario explorar en la frente de los pájaros:
nacer en la simplicidad del hálito perdurable,
en los meses de las raíces, en la rama
de los espejos hasta poner en su perennidad el agua de los ríos.
Nada es más cruel que una casa habitada sin mañanas,
sin saber qué la luz —en su jardín milagroso—
nos puede sacar de las osamentas,
y elevar nuestros días a escenas  de sábanas limpias.
Nada es más gratificante que recrearse en los ojos de los niños
y ver la hamaca de luciérnagas de sus brazos,
su boca de relámpagos,
su pequeña sucesión de umbrales,
despertar sin el despojo
umbilical del caos y el vejamen,
sin la intensa salmuera de la basura…

Tenemos tiempos de jugar a la noche
y a sus trenzas de ceniza. A sus golpes redondos, o cóncavos.
(Nuestro íntimo lamento es de la tierra: ahí nos hundimos
divididos en dolor y alegrías. Habremos de tener paciencia)…

El viento ha hecho cuevas en la tumba de la conciencia.

Nos toca descorrer la nada,
las esquinas del veneno,
el titubeo de las colillas,
las puertas cerradas del espíritu,
los rostros cruzando
persianas de olvidados muros de lamentaciones.

Y desde allí,
imaginar los relojes con agujas limpias…

Y desde allí, ni féretros, ni tumbas, ni puñales con salmuera.
Y desde allí, el día, el principio del fuego,
el principio del agua
con estampas de fortificada razón,
sin nadie que sangre páginas heridas.

La boca sin espinas es posible.
Es posible el sendero sin estiércol de calendarios incompletos.
Es posible el aire jugando a pájaro, a mesa, a alimento…

El amor es posible con sus peces de curiosa premura.

El amor es posible aún entre las paredes oscuras de walt street,
en los túneles donde las sombras se vuelven espadas…
Aún en esta noche donde la lluvia arrecia
y los antiguos dioses
todavía supuran  en manuales de aviesas pasiones,
                                      es posible  ser uno derribando el odio…

Del libro “INTIMIDAD DEL DESARRAIGO”, 2008 (Inédito) 130 pp
© André Cruchaga

No hay comentarios: