Imagen cogida de la red
NECESIDAD DE LA NOCHE
En los
peñascos del aliento hace posta la noche.
Adentro,
el elixir de la oscuridad, las pupilas a ciegas alterando las sombras
y el
sentido de las ventanas: siempre es necesaria la noche para desaparecer
de
todos los ojos. De todos los vaivenes que vocean lo inerme.
Su
altavoz silencioso me empapa de calles irreconocibles.
Camino
como lo hacen muchos cuando han perdido para siempre la luz
y no
tienen boleto de regreso. Camino como si fuese un desconocido.
Nadie
puede espiar la historia que contamos, ni tergiversar el peso
de la
costumbre, ni extraviar los titubeos de la falsa austeridad. La noche ocupa
todos los caminos al margen de cualquier pájaro mordiendo su agonía.
Quienquiera
puede verse profundo y remoto.
Puede
quemar la respiración sin que lo vean, ponerle ojo a los sahumerios;
puede
darle picotazos al ciempiés de la saliva, a la complacencia;
puede
tronchar, ⎼⎼si quiere⎼⎼, la silueta del país,
tejer abismos y deshacerlos;
puede
envolver toda las palabras silenciosas arrimándoles al pecho,
puede
lavar lo inexpugnable mientras arrecian las hondonadas del horizonte.
Quienquiera
puede enjaularse a sí mismo.
Puede
desnudarse sin tener al alcance los antídotos para curarse
de las mordidas
de hormigas;
puede
como tantos cambiar de identidad y huir para buscar otros repartos.
La
noche se arrastra, extraña, silenciosa y desarmada…
Barataria,
29.IX.2016
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