Imagen cogida de la red
A LO LARGO DEL SENDERO
Desciendo
junto al vaivén de los senderos: debajo de la hoja oscura
del
aliento, la sospecha de cuanta sombra se
avecina con su secuela de sangre.
Es el mismo
camino de la historia que se yergue.
¿En qué
multitud de aguas oscuras se hunden las gaviotas, justo cuando el pulso
se
altera sobre la sombra de escamas?
¿Qué diente
posible muerde la roca allí en el respiradero de los sueños?
Cada cobija
va acumulando lo remoto, o la página atribulada de neblina.
Siento la
ignorancia del polvo en mi olfato, el hollín insoportable del tiempo,
el rojo
conacaste entibiado en mis manos, el latido sepia de los chiriviscos.
(Nada hay. Nadie conmigo desde la emoción de
caminar al pájaro.)
El tiempo
procura darnos delirios, pero también orfandades y mundos desiguales
y ecos de
serviles malezas.
Sobre la
tierra abrasada duermen los ponientes y los ojos que me faltan.
Toda ráfaga
de polvo, es como un juego siniestro de caricias.
Yo he nacido
irreconocible en medio de la crudeza de muchos espejos.
Cada quien
aprende a sobrevivir dentro de este caos a ratos inexplicable.
(Es como si se tratara de llevar la tristeza sobre
los hombros, la soledad
sin pronunciarse, los ojos arrebatados por los
amarillos de la noche.
Tantas sienes lóbregas en suspenso, como un
cortejo de paisajes quemados.)
⎼⎼Detrás de
mi pecho, la tierra hecha nudo en mi garganta.
Hay
instantes fríos como esta agonía de no sentirse a salvo cuando se escupe.
Barataria,
23.X.2016
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