Imagen cogida de la red
DURO PONIENTE
Si fuese necesario debo colocar mi cara
sobre el asfalto y ser fiel pese a todo.
Hay candiles que solo transan con el
ardor de lo oscuro.
El poniente, ahora, resulta ser una
ventana fuera de contexto, violento nudo.
Las ansias desangran cualquier
estrechez de la asfixia, el golpe es duro
en la desnudez de los ojos, en el
montón de bocas aligerándose,
a la sorda impudicia de quienes
cabildean sin rectificar los sueños y la muerte,
las anatomías de las papadas y los
sombreros.
De cara al poniente, los horrores
vernáculos del filo, la tierra detenida
en su luna oscura, las palabras
rendidas como asfalto en la boca.
Uno lleva sobre los hombros un bulto de
vientos.
Hacia el espejo, las colillas de la
respiración como deudos adormecidos.
De seguro corresponde a la zoología
esta excelsitud de espíritus.
A veces hay que beber el agua del sabor
de las lágrimas y quemar los meses para reducir los peligros, coger con pinzas
los suspiros, levantar el dedo índice solo si es necesario, hacer otra estatua
o petate en el suelo de la patria.
(Las cosas son así. A
menudo es necesario reinventar los personajes
o próceres, ponerle nuevos estribos a la albarda, colocarle
flores a las autopsias,
o, en todo caso, hacerle una autopista a los anfiteatros
nacionales.)
Alguien de seguro querrá invocar a
Diógenes para abrasar tantas sombras derretidas, (todo intento de vulgaridad puede ser apocalíptico), por eso,
a la barbarie y a sus verdugos, hay que
entregarles condecoraciones.
El mundo es más humano cuando se
contempla allí, el vuelo de vilanos…
Barataria, 29.X.2016
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