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TIEMPO
RECONSTRUIDO
Los
orificios de la noche esparcidos en el insomnio del trueno;
en
este aliento cautivo de sábanas,
las
palabras reconstruyen, —en las estribaciones del hambre—,
el
tiempo que vendrá sin intemperies,
será
desnudez total el hilván en los ojos:
en
este jornal del tránsito,
la
alegría entre los labios compartidos,
no
el apremio a disolver los adjetivos,
ni
la humedad de los nombres.
Ahora
el aliento se va habitando de girasoles negros.
Ya
no puedo imaginarme la mudez mordiendo los ijares,
porque
todo es de día cuando transcurre la lluvia,
el
cuaderno y la tinta,
gemelas
hasta la próxima estación de los olvidos.
(Sólo
quiero, pese a los mordiscos del frío, continuar la marcha:
seguir
viviendo en el aire de tus manos.
Aunque
perviva en los alrededores, el ladrido de los desgarros
y
la prisa del cuerpo no alcance a discernir las ignominias.
Nunca
nos perdonamos esta vigilia abrupta de los deseos,
ni
los precipicios eternizados en el suplicio.
Siempre
ahí la esperanza desasida y los embustes.
Las
extremas cadenas penetrando los huesos,
el
diluvio de desmanes disfrazados de huerto comestible.
Sólo
quiero amanecer sin pocilgas y tatuajes,
consciente
del tiempo negro en mi piel.)
Dejar
que ambas sombras descubran su propio estertor.
Todo
al parecer pierde sus alas entre tanto incendio.
Las
bodegas húmedas del pecho de donde escapa el infinito,
la
reconstrucción de la desnudez al momento
de
inventariar el lenguaje,
las
semanas que nos imaginan madurando entre graneros.
Pese
al alba, la noche y los féretros y su danza,
y
este sentido de castración en el desván de la memoria.
Barataria, 2012
Del libro “BLUES”, 2012 (inédito). 140 pp
© André Cruchaga
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