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SECRETO
No
desvelaré las zonas oscuras del naufragio,
las
poleas del tizne,
ni
el enigma que encierra el silencio,
algas
de niebla ni el abismo de la lejanía,
los
pozos fatigados de los ojos,
ni
las substancias amargas que aúllan,
aguas
enfermes de barbasco,
ni
la fiebre de la demencia,
fonógrafo
de espaldas a la boca:
ya
es suficiente el pensamiento en permanente agonía,
ya
es tristeza compartida la puerta de la noche,
ya
el cristal del agua se ha vuelto interminable ruido.
Ya
lo inefable dejó de ser follaje clandestino.
(En todo aquel fluir, ahora que
recuerdo cada palabra,
hubo perplejidades más atroces que
una garganta rota,
meses de sexo estrepitoso,
viajes tan absurdos como una tormenta
rompiendo
la garganta propia de los
desasosiegos.
Siempre así, al límite el camino
desatado y desandado,
el andén dominical de las campanas,
los pájaros nómadas del extravío y su
ortografía.
—Recuerdo la flor de la sonrisa al
cerrar los ojos,
y los ríos que resbalaban en tus
alas.
Sin duda la piel se abría al
aguacero, sin que la claridad
perdiera su brillo.)
En
medio de todo el aliento desenrollado,
no
diré la clase de tarántulas que existen en el infinito,
ni
la fotografía encanecida frente a los ojos,
al
riel amarrado al cuello,
ni
la perseverancia del goteo del río,
cruz
y funeraria, áspero centelleo,
ni
cómo los caminos se pierden en un reloj de espinas,
ni
cómo la luz puede ser un pan torpe en la boca,
estación
de hongos:
ya
hubo demasiado insomnio en el pañuelo del horizonte,
ya
los colores hicieron su propia síntesis en los trenes:
por
cierto, en la próxima estación,
bajaré
el fardo de esqueletos. O la resaca de mi demencia.
O
el caballo de gritos apoltronado en las pupilas,
o
la sucesión de vacíos en la entraña.
O
aquel espiral de vértigos en plena madrugada.
He
aquí los secretos del júbilo y los absurdos,
el
vía crucis de la aurora. Y las iniquidades del olfato.
Barataria, 2012
Del libro “BLUES”, 2012 (inédito).
140 pp
© André Cruchaga
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