Jason Shawn Alexande (Pinterest)
LÍMITES DE LA FRAGILIDAD
Abiertos
a esa eternidad efímera, no hay milagros intermedios,
sino
lo que cada quien concede a la fragancia;
aquello
en lo que pensamos, a menudo nos abre tumbas
y
a si de la mano, apretado el aliento, tratamos de que la balanza
resista
a la memoria.
(No
es fácil ahondar en las ojeras de las habitaciones
desoladas,
ni en los violines negros del follaje que lamen
lamen
rostros y tobillos.
En
los límites de la fragilidad gotea la niebla.
En
las paredes ennegrecidas del país, despiertan terribles
cuchillos
y cavidades de nichos y hollín.
Aquí
uno quiere huir de la somnolencia de los nombres.
Sobre
la zarza del sollozo, nos arrulla el santo rosario.
El
abandono nos escupe tantas veces que ya he perdido
la
cuenta de su ganancia:
a
menudo pienso en la historia de tus muslos
y
en los peces que habitan la acequia.)
Contra
la luz buscamos los espejos,
tal
vez la propia palabra nos haga ascender al fondo,
alrededor
nuestro no sólo hay balbuceos sino severos mimetismos
y
esa secuela de ahogos abisales
y
esos retornos abruptos de las aguas.
Nunca
dije que fuera fácil conquistar la transparencia,
mucho
menos juntar las antítesis,
esa
forma de abandono que tiene la noche
cuando
convergen en solitario los trajines del rompecabezas;
tal
vez en el traspié del lápiz,
el
carbón deshaga la caligrafía
de
tanta hipnosis en pedazos,
quizá
la ráfaga desarme los diques y el río nos dé su respuesta
más
allá del fluir y el espasmo y la inminencia.
Mientras
tanto, nos están faltando hombros para este aprendizaje
que
emerge del yo más profundo.
Barataria, 2012
Del libro “BLUES”, 2012 (inédito).
140 pp
© André Cruchaga
Pintura: Jason Shawn Alexande
(Pinterest)
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