Imagen: Paul Rebeyrolle « Miserere et Lux »
RICTUS DEL TILE
y el pez de la memoria
deslizándose, yéndose
por palabras perdidas, con su rumor de niño.
por palabras perdidas, con su rumor de niño.
Antonio Carvajal
De
nuevo el crepúsculo con su rictus de piedra,
hundido
en la voz,
opaco
como los ojos en medio de la neblina.
Bajo
el tiesto de los ecos,
qué
noche nos vigila hasta estremecer las sienes,
a
veces la poca quietud de la medialuz,
mientras
no nos cunde
el
sobresalto de la bala inminente o la gravedad de la ceniza,
ciegue
párpados, derribe el techo,
o
los dientes hundidos
en
el resplandor de la sal,
sin
opciones más que la piedra oscura
de
la losa erigida en la cama,
la
última estancia de los sueños.
En
la incertidumbre nos acecha el óleo de la muerte:
el
miedo nos pone su brida colosal,
nos
hace gemido en su anchura;
ahora,
Patria y violencia están sincronizadas,
perdimos
el equilibrio de la savia,
el
regadío por la cultura de la violencia,
el
portento por la sombra amarga:
es
irremediable esta vendimia de salmuera,
somos
ciervos ante el día oscuro:
desde
el tatuaje de la herencia ancestral,
la
arteria rota y la lágrima,
nosotros
guarecidos en la madriguera del óxido,
en
la gaviota desangrada de los sueños,
como
simples tiliches de arcilla.
(Allí,
con el tacto inevitable, vos y yo nos desangramos:
la
lengua hunde los silencios en su hechicería;
los
dedos derriten el estertor del césped,
te
palpo y renazco en tus garras sedientas.
Allí,
en tu pecho, cae la luz abisal,
pese
al resplandor mortuorio
que
nos acecha, a esta fluctuante turbación de dientes,
que
con su insania nos anhela
para
hacernos descender a lo impuro.
Toda
esta respiración yerta nos hace sangrar en demasía:
alguien
nos roba el aliento, aúllan las campanas,
en
qué tragaluz nos ha metido la violencia y no la Paz,
la
piedra del antro de la inmundicia,
las
aguas negras del horror.
De
pronto no tenemos tiempo ni siquiera para el olvido.
Entre
una tragedia y una elegía,
hay
aromas fúnebres:
nosotros
con mortajas cansadas,
¿nos
salvaremos del torrente de este jardín en tinieblas?
Sobre
la roca, la inmensidad del silencio.
El
polvo de la agonía. Los profundos gruñidos de lo rotundo.)
No
sé, ahora, qué nombre tiene tanta joroba,
los
gérmenes sudados del alma;
por
cada suburbio circulan juguetes malignos,
historias
escritas
que
uno aprende en la cópula de los cementerios.
Tampoco
la casa es refugio seguro
cuando
la pólvora cunde a raudales,
o
el corte en frío es tan poderoso como un tanque.
—Tras
un largo silencio,
pienso
también en la oscuridad que produce
el
cansancio,
—tiempo
mío y tuyo, insoportable, insostenible
en
pañuelos, complicado para la alegría,
aferrado
a la miseria.
Como
una brújula en el caos, esta película de terror que lame
las
sienes, crónica al fin,
del
agua hasta el cuello.
Barataria, 2013
Del libro “CUERVO IMPOSIBLE”, 2013(inédito). 138 pp
© André Cruchaga
Imagen: Paul Rebeyrolle « Miserere et Lux »
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