Imagen cogida de internet
SOMBRA DE CENIZA
Well, I woke up this
morning, I got myself a beer
yeah, I woke up this
morning, and I got myself a beer
the future's uncertain,
and the end is always near…
The doors [ROADHOUSE
BLUES]
Me
enredo a menudo en los cuatro pilares del hollín,
en
la tombilla de la vigilia,
ventana
líquida de los días aterradores;
arden
todos los nombres en la sal,
debajo
de la axila del destino exhalado.
Aquí
hubo lluvia y escarcha de luciérnagas,
procesión
de peces y limosnas,
también
tabancos flotantes en las pupilas,
humo
como río honorable,
temperaturas
adversas a la cripta de los cementerios,
coces
masticando la boca del cuervo,
de
la hamaca colgada del sigilo, piedras en la cirrosis
del
mendigo y el grifo de la orina,
acostumbrado
a deambular en el enjambre de las abejas.
En
la soledad de la ceniza, la jarcia de las baldosas
y
el estrépito de las bestias,
el
hambre a manos llenas de la memoria:
barro,
abrojos, después de todo,
en
la alacena de la gota de sudor
salida
de los poros, batallas bebiéndonos el invierno,
el
barbasco empujado hacia los altares,
noche
sin ojos en el oficio de los muertos y los objetos,
sangre
ardiendo sobre las moscas,
ciudades
agónicas de escarabajos,
calles
de purulento metabolismo,
sin
linternas,
con
aldabas tragándose el moho,
el
hollín de la noche
que
muge a media asta de los azores,
ojos
vaciados por el miedo.
Qué
difícil el animal de la utopía en un País
de
esplendores obscenos,
en
un País de complicadas estadísticas,
tribunales
y leyes como el hambre:
pululan,
abundan, están allí
con
nosotros, junto a la mueca etílica del nosotros,
en
cuclillas la carreta de la noche,
la
adoración pestilente hacia ciertos personajes,
la
covacha de la niebla,
Cónclaves
de bagazo,
parva
de cenizas en la sartén trágica de soledad y la ausencia.
No
hay preguntas,
después
de un largo inventario de interrogaciones;
no
hay respuestas cuando todas han sido escupidas malolientes,
güishtes
arrancados a las ventanas.
Seguimos
siendo polvo
antes
de la muerte,
después
de la bocanada de ojos inciertos,
ahumados
en la antesala de la quema o la tormenta.
Después
de todo, nos ha tocado beber el agua en el cántaro roto
del
hambre y la ceniza,
en
la suciedad de los semáforos,
en
el peltre de la bacinica,
en
la puerta que precede a la piedra del más allá,
sin
hora de extremaunción,
ni
festejo del nixtamal en la piedra de moler,
ni
escaleras para bajar al submundo de la lengua,
somos
nudos los que vivimos a diario los funerales del tiempo,
la
cosecha de los paraguas,
el
papel delirante de las enciclopedias,
el
espejismo de los mercados desde la orilla,
el
aire como leche
negra
en los tragantes,
maleza
de murmullos en el goterón del polvo,
en
este bosque de intemperies genuflexas,
palabras
profundamente grises en su oficio de ceniza,
tempestad,
acaso,
manifiesta
en las paredes,
prendidas
de los gajos del grito.
Me
queda, —después de todo—,
la
escoria y el desatino de la alambrada,
El
espejo atravesando mi propia palpitación,
la
palidez de los minutos.
O
tal vez, sólo, esta suerte de patología y canibalismo
en
medio de sombras que leen a puerta cerrada
los
agujeros de la noche.
Barataria,
2013
Del
libro “CUERVO IMPOSIBLE”, 2013(inédito). 138 pp
©
André Cruchaga
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