Imagen cogida de la red
RELECTURA DEL MAGMA
He
retorcido los guantes rojos de los pájaros,
el
bosque absurdo de la risa en la nieve,
el
cuchillo rectangular de los dientes
en
el tapiz que me dejan en el bolsillo las hormigas.
Después
de todo, intento todos los días,
ponerle
calefacción a mis huesos,
derretir
los poros en la saliva de la calle,
amar
hasta el límite
la
luz de los faroles que bostezan en la intemperie,
jugar
a los antojos del relieve de la idiotez,
ponerle
sombreros
al
torrente de la mesa,
masticar
el pan francés alrededor
de
la erección que se alimenta de fauces vespertinas.
Igual
que el mal agüero,
el
cuervo alrededor de lámparas ciegas,
semanas
mudas de bocas y labios con sabor a ceniza,
soles
en la migaja del granito,
después
noches oscuras trepando
en
las vigas del tiempo,
en
el castillo subconsciente de la lengua.
No
sé hacia dónde va el corredor del invierno
con
todo el magma de los sueños,
los
telares a cuestas del tronco
de
los árboles, el ocaso que llena bodegas de deseos,
más
allá de la roca de la muerte,
con
sus estribaciones de monotonía.
Durante
ciertos días debo releer la herrumbre
como
antesala del futuro,
al
suicida invisible en el bosque de Caperucita o Penélope,
el
triunfo de los cadáveres como espejos matemáticos,
el
viento de la paz a paso de tortuga,
el
gozne roto de jardines en la boca,
la
crin colgada de los puntos suspensivos de la placenta.
A
menudo el llanto es un cuchillo de excrementos,
irremediable
oscuridad en el curso del embudo,
hermano
de la sal a la hora del harapo,
duelo
si se quiere sin ningún consuelo,
sin
ninguna píldora para imaginar senderos.
Vociferamos
junto al aullido del gato en brama sobre el tejado,
ardemos
en la pústula del tobogán insensible,
nos
sonríe la máscara de nuestro nombre,
el
del santo patrono
de
los escapularios sacados del vientre de las hostias.
Luego,
entonces, nos viene el agujero negro de los diviesos:
la
mazmorra de la basura,
a
veces la candidez con sus estribillos de lupanar
en
medio del ansia
espumosa
del jadeo:
infamia
del cielo sobre la sábana.
En
nada se parece el río convulso de las venas,
al
río de verdad
que
atraviesa los pensamientos,
la
noche desértica del aserrín,
la
bocanada de espejos en el nosotros,
plural
poema colgado de barrotes
negros
en los dientes del tabaco.
Al
final, sólo me quedo con esa sensación de vigilia,
el
insomnio de lobo en el quicio de la puerta,
el
toque de queda disuelto en el pecado,
el
trapo ciego de los poros
de
tanta modorra,
las
sastrerías que hacen grietas en las yemas de los dedos,
el
mausoleo del cigarrillo frente a los ojos:
—Siempre
esa sensación de semanas sinuosas,
de
confusas aglomeraciones y etcéteras que desgarran
las
pupilas como el infinito entero que expira.
Barataria,
2013
Del
libro “CUERVO IMPOSIBLE”, 2013(inédito). 138 pp
©
André Cruchaga
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