Pintura: Pablo Picasso
CEREMONIA LUNAR
Desde
algún imaginario, asisto como es costumbre,
a
sangrar en el jardín bajo el paraguas de la luna.
Escribo
mientras hierve la materia.
Hay
demasiada saliva para tan pocos apóstoles. Cal.
Desventurados
fantasmas con el hambre a cuestas
del
calendario cercenado.
Entre
el rebaño habremos de amarnos con los ojos cerrados:
subir
la montaña del sueño,
sembrar
el canto del aleteo, maullar el gato clarividente,
en
medio de tantos sombreros quemados
en
los motines de las abejas.
Alrededor
de cientos de colillas sobre la fosa común,
rompo
la noche
de
la Patria con sus pies hartos de caminar en cuclillas,
con
el oasis de sus varices en las piernas,
disecados
pulmones del tráfico,
candiles
del kerosene en los usos horarios.
(Nosotros no cabemos en este mundo.
Estamos siempre más próximos al
harapo,
Y a la mordida que propina el
despeñadero.
Estamos distantes de la Libertad:
lo digo iluminado por el brillo de
los alfileres,
por la cartilla santa y apostólica de
las pesadillas.)
Tose
la lágrima del gusano encrespado en el desierto del pecho.
Al
paso que vamos, no hay otra realidad posible,
—tanta
conversión purulenta nos muerde los calcañales,
el
tabaco tosigoso en mis dedos,
el
cenicero encorvado del tiempo.
En
la canícula del insomnio,
ya
no caben las yemas de mis dedos.
El
augurio de la pólvora, la cesta de serpientes en la mesa,
la
página yugular de las palpitaciones,
la
palidez de las estatuas frente al filo orgásmico de las luciérnagas.
—¿Saldremos
ilesos de este parpadeo agónico,
candil,
a caso, de tanta herencia,
llovido
firmamento de los recuerdos,
repentino
cuervo sobre la piedra en muletas?
De
cierto que lo sé.
En
días felices hemos probado el calostro
del
semen con todos los aditivos de una cena suculenta;
hemos
comido bocanadas de sonidos,
nombres,
pájaros, follajes.
(Nosotros, no pertenecemos a esta
obscenidad de la historia
por más que nos aferremos a la
dialéctica del post mortem,
a los veredictos constitucionales,
a las ausencias de la suerte, al
éxtasis secular
de los mosquiteros, al libro blanco
colgado de las axilas…)
No
pertenecemos al fin de semana del coñac,
ni
al súbito cambio de status del galope,
ni
a la página social de los periódicos,
sino
a la baldosa andada con zapatos rotos.
Es
extraño al cambio de piel de las palabras.
Es
increíble el fango como génesis.
Vos,
brasa en mi hogaza diaria,
—el
día o la noche nos rasura, le pone sombrillas rotas
al
destino del tamaño cenagoso de un cirio en la franja
de
los candelabros.
Asisto,
como es costumbre, a la repartición de los cadáveres.
Este
clima de túneles hace evidente mis ojos.
De
pronto, muerdo las escamas de las campanas eclipsadas
de
lo irremediable:
a
menudo es bonito recordarte en esta oscuridad.
Por
eso garabateo el balbuceo en la lluvia…
Barataria, 05.X.2010
Del libro “TRAGALUZ”, 2010 (Inédito) 160 pp
© André Cruchaga
Pintura: Pablo Picasso (1881-1973)- Pinterest
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