martes, 31 de enero de 2017

ANILLOS DEL HUMO

Imagen cogida de Pinterest.





ANILLOS DEL HUMO




En las sombras encaramadas en las sienes, el matorral y los sótanos negros
del humo, los élitros gastados en la lengua de polvo
de los sombreros colgados de los armarios como pacíficos guijarros.
Con frecuencia uno se reduce a lápida mortuoria, a ese mudo hueco que dejan 
los gritos a flor de piel, a esa oscuridad que hurga en el poyetón de los ojos.
Nos sacuden las fisuras que producen los martillos en las paredes.

El país ha aprendido a hacerle costuras a las sombras, a morder la corteza
del óxido, y a asomarse entre huesos a las quemaduras.

Uno va indagando entre las tantas arqueologías de las telarañas.

En el humo encorvado de lo improbable, las austeras inclinaciones
de la descomposición, y los pequeños caminos que levanta el follaje de cipreses.
Sobre el pavimento las grietas mudas de los ojos.

Oigo el fuego y enmudezco de ojos: la calle nos consume con su deriva;
después, ni siquiera he podido recuperar todos los cadáveres, las nostalgias,
ni una sola piel de todas las que poblaron mi tugurio.
Uno es, después de todo, las tantas formas en que se enrolla el hilo del tiempo,
el anillo de humo enrollado en las pupilas como lo haría el búho
con la niebla difusa de las anguilas.

En suma, se vacían aquí todos los murmullos. Tal vez mañana sea diferente
la geografía y, la conciencia, tenga los contrapesos necesarios.
El hastío nos ata al punto de llevarnos al límite hasta de lo más diminuto.
Barataria, 06.XII.2016

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