Imagen cogida de Pinterest
TANTAS
VECES UN DÍA
Nada más la piel, o todo el calendario apretado en el
entrecejo.
Todo es el mismo trabajo confiado a los sentidos, a la
calle, o al arado,
o a la boca que musita cada día, mientras se piensa en el
poniente.
Ya he perdido la cuenta de todos los vuelos a plena luz del
día, sin contar,
los pedestales de tantas noches sordas,
que han acontecido como símbolos disidentes del fuego
protocolario
de la hoguera: uno se aferra a las sombras traslúcidas de la
inocencia.
Tantas veces uno que el tiempo sazona las sombras.
—Nunca hubo sosiego para aquellas
terribles hambres: el mismo grito
arrancado a la boca, los paraísos expulsados
de la memoria,
la embriaguez inmediata de las onomatopeyas.
Siempre en el aquí, hay días avezados y hasta lamentos cuando
llega
la penuria, y devastados entredecires en medio de las
palabras.
No hay misterio alguno en este cuaderno balbuciente de
oscura sal;
el infinito es sólo una tumba transitoria con amargos
aperos.
Y aunque el asedio parezca una eternidad, lo cierto es que
nos disolvemos
en olvidos, y en menudencias que luego aprietan el hastío.
Tantas veces un día, y vos, sin drenar las heridas
arrancadas al aliento.
Después de tantas conversaciones, sólo me afirmo en el
contrapeso
de los límites. Tengo registro de todas las respiraciones a
trasmano.
Ningún pie es capaz de soportar un silencio prolongado.
Ninguna inclemencia es tan feroz como esta inercia del
tiempo…
Barataria, 19.XI.2016
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