Imagen cogida de la red
FLUIR
DE LA CORRIENTE
Todo embiste como el fluir de la corriente de agua durante
toda la noche.
Ni siquiera la oscuridad queda ilesa de sus aleteos, ni la
fiebre de pájaro alucinado,
ni la polilla con todo y sus musarañas.
Las bayas cimbran sus indolencias igual que el cuchillo del
viento sobre piel
y ojos: a lo largo del camino, las sombras frías de los
pinos.
(Hay
amantes que se pierden en el resuello de sus costillas; el tiempo masculla
sus propias
cucharas, la luz y su inventario de túnicas, el sorbo de luz a punto
casi de
calcinarse. En aquellos despojos, ahora el vinagre.)
En el caracol de la melancolía, las escenas ciegas de la
desnudez.
Los que nunca han agonizado ignoran el vigor de una mordida,
el clavo absoluto
que se clava en la garganta.
Camino habitado por demasiados andenes, esquinas, húmedas
intimidades
y muertes; el lenguaje sufre de extravíos en la vía pública.
Siempre estuvieron allí las esperas, en ese galope apuñalado
de las esquinas.
Siempre al filo de la búsqueda adelantándome a la
indiferencia.
Aun así, supongo que fluyen los tiempos detenidos,
los suicidios y salpicaduras del aire, las infancias que
lloran en la marejada
de tatuajes, el zumbido abovedado de las moscas sobre los
retretes.
(Nada me
resulta extraño. Salvo las gaviotas, siempre me asombran.)
Todo instante se fuga en la corrosión de mi aliento.
Adentro del agua de mis olvidos, esos ojos indecibles y amoratados
del gemido.
Barataria, 26.XI.2016
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