viernes, 20 de enero de 2017

MOVIMIENTOS INVERSOS

Imagen cogida de la red




MOVIMIENTOS INVERSOS




La luz de seguro debe ser la paja en el ojo ajeno. El cielo, la rama escarpada
de las indolencias. ¿A quién fía uno los espejos hechos añicos, a quién Midas 
revela sus pedernales, los roedores de los cuentos de hadas?
La hostilidad no es extraña para oídos toscos.
Bajo la penumbra amenazante de las piedras, las hojas calcinadas, nudos
de hogueras muerden las sombras del arco iris, todas esas formas
del movimiento del ocaso, toda la intensidad avivada de medianoche.

A menudo los imposibles cambian para convertirse en escharcha, caldean
sus embates climáticos, beben la sed del lecho hasta escarpar el suburbio.
En los anillos arbóreos de los maniquíes, los sótanos profundos del búho,
y el gris sobrio de las paredes. Y lo vulgar que tienen los entonces.

Hoy en día se puede alquilar la sobriedad sin ninguna timidez. Se le puede colocar 
techo a la tozudez, quitarle el musgo a la mala fe de los golpes.
Uno puede hacer que fluyan los estribos de las encrucijadas, los decoros
del tráfico, quizá los nombres de los pescuezos subyugados.

Nada es extraño frente a los cascos del azar. El movimiento es el mismo 
a pesar de todo: la fábula, las tijeras, el muro de contención de los sentidos.

Toda rosa en mis manos acaba por romper mi olfato. ¿Qué rescato del amarillo 
de los eclipses, de los crujidos de la poesía? Quizá nada.

Sobre este espasmo de miradas no pasa absolutamente nada. Cortejan
los cuchillos su afilado aliento; aterran los objetos en plena oscuridad.

Ninguna excusa puede justificar los desastres de la memoria, ni embellecer
con remedos la boca, ni dramatizar todo lo hostil que posee la miseria.
Barataria, 2016

No hay comentarios: