lunes, 9 de enero de 2017

LECHO DE LA HERRUMBRE

Imagen cogida de avesporgijon.blogspot.com





LECHO DE LA HERRUMBRE




De cualquier forma el césped de la noche es una suerte de sedimento.
Pero, ¿en qué cruz grabamos las continuas convulsiones del cuerpo,
el bostezo que a ratos nos asfixia?
La herrumbre, callada, nos porfía. Lo corpóreo resulta una suerte de espejismo.
Es rara la respiración entre jirones de sal y cataclismos.
Oigo el lecho crepuscular en que se han convertido mis brazos.
Entre las largas cobijas de la tristeza, la intensidad definitiva de los fierros,
los ojos al punto de desoír los resuellos petrificados del moho.
En tu lecho de argamasa, palidece la fe y el alborozo que suscita el regocijo;
la niebla cunde de inmovilidad el grito.
De todo el caos y sus negaciones, persisten los arañazos del andamiaje,
las siemprevivas inmovibles del peñasco profundo del galope.
(Ninguno soslaya los agravios, ni la velocidad estrepitosa de la ráfaga.
Cada quien gira en torno a sus oscuridades, sin la clarividencia de la fosa,
ni el gusano sordo que muerde el alma.
Mientras el óxido nazca en los poros, o sea abisal como el insomnio,
nadie podrá tener de lecho, el pájaro de luz necesario: ¿es, acaso, espuma ciega 
nuestra corporeidad, ese titubeo de cópula que nos sacude?
En tu lecho deposito mis tempestades y las tantas soledades que provoca
el ardimiento: me quedo en las líneas de tu cuerpo como si se tratara de volver
al país que nunca tuve. Como si se tratara de desmoronar los abandonos.)
Barataria, 2016

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