Fotografia de André Cruchaga
SALMUERA DEL DESQUICIO
A
Pere Bessó
A la
medianoche, la anarquía del sollozo, los días cansados de las distancias, la
oscuridad desencajada donde lo caduco parece lo último de la exasperación. En
la calle de los viejos ángeles del sexo,
el arte de sal en los párpados del beso. Uno acaba por hablar de lo irreparable
como Freud, o del dogma lapidario de los sueños, o de la calma que vacía los
deshielos. Ahora en los espacios sentimentales de la certidumbre hay tumbas
como pasatiempos y poemas para engomar los parques sometidos a los reencauches.
(Llueve de tal manera la indecencia que
uno puede morder en círculos el pétalo de la rosa, o el sacramento del sexo
amarillo de las luciérnagas. Uno se
harta de escribir poemas y tirarlos a la basura. Es mejor el arco iris inconsciente de una
vagina, a vivir habitado de espinas y pronósticos de bailarinas exóticas.)
Al
final cada quien se divierte con el apocalipsis de los periódicos y la página
ciega de la muerte. De seguro en el próximo paraíso habrá pájaros y peces en
vez de infiernos. Un corpiño será la antesala.
Barataria,
07.XII.2016
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