Imagen cogida de la red
DEGOLLADURAS INMÓVILES
En el
estaño de lápidas del cielo, arde la parálisis o la destrucción de lo móvil, el
metal fundido en los ecos de la garganta. Hay filos inexpresivos en el légamo
de los pájaros, absortas porcelanas de la risa, vientos desbordados con
cachivaches. Los embudos viven enrollados en mi cuello como un retrete de
oscura mordaza. Ahora existen demasiadas sombras y enraizados cipreses en mi
aliento. En medio de la noche se deshila el sonido de los zancudos; la piel tiene
curvas de pálidas colillas, abunda el celofán de las pupilas en las
fotografías, las filas petrificadas de los ataúdes, el enrarecido arco de los
analgésicos. (Las herraduras de los
sombreros atraviesan el centelleo de las velas; en la inclinación del
acantilado, el talpetate encallado en la espuma, o la oscuridad descompuesta en
los párpados. En algún lugar de las telarañas, se confunden las monedas)…
En
todas las quemaduras acumuladas, resultan antilíquidos los murciélagos y la
humedad chamuscada del aire. Todas las cobijas se multiplican de alfileres: el
infinito juega a ser arca, o caja de Pandora.
Barataria,
11.XII.2016
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