sábado, 18 de febrero de 2017

LUMINOSA SOMBRA

Imagen cogida de 123RF





LUMINOSA SOMBRA




Luminosa sombra la lluvia sobre el musgo, el oscuro paladar del tiempo,
y ese hueco de vertebras que todavía gimen.
Nos empuja hacia unas semanas que no sabemos la osamenta, también,
de las palabras, la tierra desasida de las irreverencias.
Descendemos hasta la soledad redonda de una lágrima, la sombra del pájaro
se hace transparente, como la luz que oscila obsesa y en sigilo.
Estalla todo el despojo y envuelve el horror de las exclamaciones.
Alguien nos corta la risa con sus letales manos.

Me hundo en esos pedazos que atraviesa el ahogo: los equívocos, la madera
inacabada, los explosivos tetelques que uno encuentra en los epílogos.

El poema, después de todo, constituye mi propio sarcófago.

Total es el mismo terror de todos los días, Dios ahí, muriendo en su propia 
eternidad junto al hombre, junto al rufián que predica los desiertos.
Es larga esta tortura,
e intensos los brazos húmedos de los inquisidores. Uno se muere en el conteo
aglutinado de las palabras, en esas pequeñas muertes diarias,
en el trabajo de las frazadas para arropar la fe.

Grito desde ese pedestal hundido: los círculos del sonido se tornan  rostros 
cercenados y concéntricos: repartido en la boca, martillo y cincel de algún 
sepulturero, —oye, sí, oye, los fantasmas del hambre acompañándonos.
Hasta allí el arrebato de los gusanos y la conmoción del sueño…
Barataria, 26.XII.2016

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