Imagen cogida de la red
VOS ENTRE MULTITUDES
Construimos
pájaros y soledades. Todo el rumor
del mar se
calla. Y en los caracoles
guardamos a
Peter Pan. La dorada flauta
que un día
nos hundirá en el mar.
Ítalo López
Vallecillos
Vos,
entre multitudes desconocidas. Tráfico. Espejos.
Amaneceres
inciertos.
Estrellas
por descubrir bajo la lluvia.
Asfaltos
como la propia entraña.
Lluvia
sin fin rompiendo las ventanas. Espuma. Neblina.
Te
me pierdes en lugares que no conozco:
escaleras
inevitables colgadas de los aleros.
Persianas
de dudosa claridad.
Manifiestos
de transitorias acuarelas.
Sueños
invisibles entre zapatos torturados.
De
nuevo, como vos, muerto al borde del acantilado.
Subterráneos.
Ciudades perdidas.
Como
vos, llora el absurdo de una armónica en Nueva Orleans.
En
el arcoiris negro de Savannah,
en
los símbolos de Otoño,
ciudad
también descubierta en la desnudez.
Como
vos, el paraguas cerrado de la lluvia:
el
violento papiro de los peces,
la
madera podrida de los balcones.
La
polilla como un muro de granito.
El
kerosene abandonado en la angustia.
El
mediodía en el asfalto.
Habitamos
el atardecer oscuro de los periódicos:
a
veces sin pupilas y sin huellas digitales.
A
veces hoja leve del labio que cae,
enta,
sobre el agua hendida de las palabras.
Como
vos, también pregunto por el hangar del zodíaco:
desnudo,
incierto como una mesa irreparable,
vacío
hasta el quejido del aliento,
convulso
y oscuro.
Entre
la multitud nos volvemos sombríos,
—pañuelos
de arrugado color,
lejos
del propio pájaro que vive en nosotros.
En
medio de calles que no entiendo su nomenclatura,
los
zapatos hundidos en el círculo de la ciudad,
el
subway del carraspeo,
los
rieles desbocados de la noche.
Como
vos, mis manos mudas y transcurridas.
El
ojo arrojado a los ecos del tráfico,
sin
la túnica del párpado.
Los
pies gastados,
mientras
amanece al otro lado del mundo.
Los
sueños tetelques, de arrepentimiento,
de
los focos disgregados
a
lo largo de la ramazón de la lluvia y los recuerdos.
Nada
nos falta ya, cuando estamos al borde de la locura:
nada
nos acerca entre peñascos y breña:
nada
nos devuelve la llama de la tortilla:
somos
hijos del vejamen.
Somos
el ojo descuajado de tantas promesas incumplidas.
El
camino de espinas que lucha contra el sueño.
Como
vos, la sal en las banderas de la sonrisa.
(Los cadáveres ruidosamente extraños
como oscuras felaciones.)
La
piedra estalla en su límite. Nos muerde el último féretro
de
los desvestimientos inhóspitos.
Como
vos, la noche perenne de los funerales.
Como
vos, el grito acumulado en el pecho.
Barataria, 16.IX.2010
Del libro “TRAGALUZ”, 2010
(Inédito) 160 pp
© André Cruchaga
Fotografía: Pinterest.