Pintura de Lisa Noonis,
LITURGIA ABISAL
Sin
mediar en las profundidades,
las
palabras murmuran en la rama de las contradicciones,
los
dedos siempre del amanecer hundidos
en
la ceniza;
se
evapora el tren de la furia de estos días,
el
humo del candil sustituye las colillas del incienso,
el
farol del punto y aparte de la saliva,
reparto
la raíz cercenada
de
la febrilidad,
entre
paredes enmudecidas de ojos,
entre
un espejo y otro a la velocidad de los panales.
Hay
profundidades donde caen fríos los sombreros.
También
gotas de fuego rodando en el abismo del ciego
puñal
de las liturgias.
Despierto
sobre las piedras con crujido de nostalgias;
jamás
pensé que un día el horizonte sería arroyuelo
para
lavar la sombra de mis pies;
toco
los altares manchados de ceniza,
mi
existencia que se afirma
en
los fantasmas,
en
los círculos grises de la sed.
La
fugacidad siempre me ha parecido
un
don de la misericordia;
dejé
de contar los días para no equivocarme en las respuestas.
Mi
destino lo busco siempre destejiendo la rosa del presente;
de
otro modo,
carecerían
de enigma los ángeles y los demonios.
Cuando
deje de volar habré aprendido el algoritmo del olvido.
Al
filo del escalpelo no escapa el aliento,
pero
la sangre del verdugo nos alcanza hasta tocar fondo.
Nunca
aprendí a rezar el Padre nuestro
porque
toda voluntad nace
de
uno, cuando tuve sed,
todos
los odres estaban vacíos.
Del
picaflor a los demás pájaros
reinvento
la fugacidad del vuelo,
así
le respondo a quienes bailan dormidos.
Siempre
que uno se interna en la habitación del alma,
la
puerta contra el frío está más segura;
de
lo contrario uno moriría
en
el riel subterráneo del camino cruzado de la ansiedad.
Aunque
hoy,
por
cierto, nadie escapa de ciertas ansiedades:
hay
crujido de celdas por todos lados,
la
honestidad se ha convertido
en
un bien difícil de encontrar sobre la mesa,
—pasamos
de la mazmorra
a
la calle sitiada;
de
la huella al vestigio del olfato,
del
libro, al jeroglífico;
paredes
abandonas apretando el asfalto.
(Vos con tus curvas de
ola llegando a la orilla del pecho:
lisos grises de una
soledad en fuga,
hacia el tallo confundido
de las manos;
desnudos los cuerpos en
la solapa del viento,
hacia el hueco de la
fuga,
anillos de tierra cimbran
su metal en las ingles,
allá las voces
desordenadas en los dedos,
queriendo llegar al
margen,
o al centro de la piedra
cóncava que nos sostiene.
Vivimos tiempos de
caminantes sin zapatos.
La fuga nos cobija.)
Todo
tiempo persiste en sus angustias y ternuras.
Barataria,
2012
Del
libro “EN ALGÚN LUGAR INEXISTENTE”, 2011-12 (inédito). 130 pp
©
André Cruchaga
Pintura
de Lisa Noonis, 2017
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