Imagen: Pinterest
DEPREDACIÓN ÍNTIMA
Se endurecía la
noche en tu garganta.
Espacio duro de tus senos…,
la inesperada sombra de tus piernas en las alas de los pájaros…
Espacio duro de tus senos…,
la inesperada sombra de tus piernas en las alas de los pájaros…
Efraín Huerta
El
ojo insoluble,
petrificado
en el taburete marítimo de las olas,
el
animal que soy en el delirio de las sombras,
pupilas
de la raíz al ras del suelo,
la
memoria quemante de la tormenta,
paraguas
flotando en el pecho,
girasoles
de hielo lamiendo las calles,
este
amor terrible de brasas
en
plenos pájaros de sombrillas amarillas,
a
merced de estos ojos
que
miran agónicos,
silban
en el azúcar sexual de los parpados;
vos
me hablás con los ojos interminables de los barcos,
ponés
el hambre en tus manos
en
el umbral del candil donde apenas
veo
el tabanco, la carrera del mapamundi del aroma,
misteriosos
ojos en la efervescencia del cuerpo
que
nos toca, ansias del algoritmo de las reincidencias.
A
esta fusión, se entrega ahora la sed,
los
tentáculos firmes del orgasmo,
el
registro de la sábana en los poros,
el
humo del aire real en el nido
donde
se nutre la garganta de ahogos.
Para
vivir más en el castillo de luz de tus pupilas,
la
espina dorsal de la lengua con sus redobles,
la
puerta en la mecedora de las luciérnagas,
la
noche sobre los hombros del pan,
al
nivel del vaso de los senos donde se bebe el agua
quemante
de las axilas,
las
uñas clavadas en el arpa del ombligo,
sin
más respiración que el relámpago en el aliento,
dentro
del pecho los ecos febriles de los molinos de viento,
la
luna ahogada en el azúcar:
me
disemino en todo cuando somos,
y
es todo, por supuesto,
el
cuerpo en los dominios del velamen,
marcado
por la fisonomía de los espejos,
la
palabra en todas las palabras
de
la furia que mueve poros y boca,
este
nombre tuyo girando en la isla del iris,
ardiente
hechizo donde la sangre
atraviesa
las atarrayas de las pestañas,
esta
realidad demasiado real del cuerpo.
Aquí todo y nada.
(El fuego líquido nos
arrastra como una marea.)
La
pirámide del atributo sobre la lanza,
el
combate del hambre en la colmena del relámpago,
la
voz que toca el riachuelo del torrente
y
supone oír melodías al borde de la piedra
donde
el ave hurta los sueños de los tobillos,
la
calle robada de la felicidad,
encima
del corpiño que vuela como una llama
de
anticipados objetos,
anillos
que preceden a los poros hipnotizados:
flama
y cuerpo avanzando en el árbol
de
la sed al estío del instinto,
lámpara
al fin del calendario imposible de olvidar,
amantes
animados que se reconocen en el agua,
en
la fruta fugaz de la ola,
en
el aerosol del espectro de las hadas,
en
el alero petrificado
en
el bosque con sus códigos de piel diurna.
(En el deletreo de la
noche tu cuerpo sobre el césped
de mis brazos
resucitados, mientras el imaginario
labra fogatas al borde de
tu doliente gozo.)
En
la carroza de las estrellas nos reconocemos,
nos
vemos de párpado
a
párpado e interrogamos al mar,
sin
abandonar lo que significa
la
hoguera de la sed,
el
tumulto de entregas en cada parpadeo del mapa.
Barataria, 2012
Del libro “EN ALGÚN LUGAR INEXISTENTE”,
2011-12 (inédito). 130 pp
© André Cruchaga
No hay comentarios:
Publicar un comentario